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Estando solo en la sala, Patricio prestó atención al entorno. No se había percatado del bonito apartamento que tenía Natalia, se notaba no solo que tenía dinero sino buen gusto. ¿Por qué no querría regresar con ella su ex?

Bueno, por el comportamiento de ella durante toda la velada pudo deducir que tenía cosas que arreglar emocionalmente, pero entendía que estaba despechada, y él mismo había tenido algunos comportamientos tóxicos en situaciones extraordinarias. 

Recordó su comportamiento en la cena y pensó en lanzarse por la ventana. ¿De verdad se había comportado así? Recordó sus chistes malos, su grosería con el mesero y su conversación insulsa como si fuera el espectador de una terrible película de bajo presupuesto.

«Tengo que compensarle esa pesadilla», pensó. No quería convertirse en una anécdota que contarle a sus amigas cuando hablaran sobre las peores citas que habían tenido; o volverse un punto de referencia para los fracasos amorosos de Natalia. 

«No es un príncipe pero al menos no es Patricio», no era lo que quería que pensara al decidir si tener una relación con un hombre o no.

Tenía que cambiar su imagen, y empezaría a hacerlo desde ese momento, con amabilidad, preocupación y dedicación. Y no era solo por mejorar su reputación, era que le nacía.

Nunca había conocido a una mujer tan loca, tan decidida a todo por amor y tan capaz de ponerse ella misma en ridículo por lograr su objetivo; tal vez él debería ser igual para conseguir trabajo o lo que quisiera en la vida. Tal vez a él le había faltado ser más persistente con sus sueños.

Se estaba quedando dormido en el sofá cuando una melodía suave y sexy empezó a sacarlo de su somnolencia. 

"I'm flyin'

I'm flyin' high like a bird

But my fluttering wings can't keep you from pullin' me down"

Cuando empezó a abrir los ojos notó que la luz se había apagado y podía divisar una difusa sombra frente a él. La oscuridad no le permitía apreciar muchos detalles, pero la sombra empezó a tomar la forma de una mujer con unas curvas perfectamente ubicadas en los lugares adecuados, que bailaba lento y sensual, aunque algo torpe. 

Usaba únicamente un panty negro muy pequeño y un sostén con encaje a juego que resaltaba sus bonitos y voluptuosos senos, aunque Patricio no podía apreciar muy bien los detalles.

—Tu camisa fina se está arrugando... —Natalia enfatizó en la palabra fina—. Déjame quitártela.

Tomó por sorpresa a Patricio y se sentó sobre él. Empezó a tratar de desabotonarle torpemente la ropa. Él tenía tantas ganas de que continuara... pero le agarró las muñecas por impulso.

—Natalia, no deberíamos... Pediste demasiados Martinis...

—Ni tanto, faltaron muchos para que esto fuera un desastre.

—¿Y si ya lo es?

Natalia se movió sobre él, rozándolo deliciosamente para que dejara de pensar, y luego le dio un cabezazo.

—¡Auch! —se quejó él.

El golpe arruinó el momento, pero para Patricio era lo mejor. No sabía qué tanto podía resistirse a los encantos de Natalia. No era la forma en la que quería que Patricio dejara de usar el cerebro.

—¡Perdón! —exclamó Natalia, no lo suficientemente apenada como para darse por vencida—. Solo quería acercarme a tu oído... ¿Dónde lo tienes?

A un Martini del desastre - ONCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora