Capítulo 24: Esta Es Mi Casa

2.3K 124 18
                                    

Me río al ver cómo mi padre le grita a Pablo por enésima vez cómo se hace el nudo, y el pobre me mira con apuro porque no se entera de nada. Mi madre está muerta de risa mientras coloca los platos y los vasos de plástico en el centro de la gran mesa.

- ¡Mimi, hazlo tú! - Me dice mi padre, que ha perdido la paciencia con Gavi.

Riéndome me acerco a él y hago el nudo despacio para que él lo vea. Se queda mirando con el ceño fruncido y yo ruedo los ojos. Mi padre tiene paciencia, mucha, y él ha conseguido agotarla toda porque el muy tonto no es capaz de hacer un maldito nudo.

- Lo que me ha costado convencerlo de lo genial que eres para que ahora lo saques de sus casillas en dos minutos - me meto con él, chocando mi hombro con el suyo.

- ¿Y yo qué le hago? No sé hacer nudos.

- Eso está claro - me río negando con la cabeza. - Ayuda a mi madre a poner la mesa, que ella te soporta mejor que mi padre.

Él asiente con la cabeza y no duda en ir con mi madre. Me parece que, de los dos suegros, ya tiene favorito. Aunque no me extraña, teniendo en cuenta la simpatía que ha mostrado mi padre al verlo. Me acerco al mismo, que está comprobando que tiene todo preparado para la barbacoa.

- ¿Te cae mal? - Pregunto apoyándome en él.

- No... Un poco. Es que es tonto, hija. Del Barça tenía que ser... - murmura mirándome con una mueca bastante graciosa.

- No me seas madridista tóxico, anda - le pido besando su mejilla y alejándome para acercarme a la entrada.

Los perros han ido corriendo para allá, así que es probable que los primeros invitados del cumpleaños de mi padre ya hayan llegado.

Como es costumbre aquí, vamos a hacer una barbacoa que durará toda la tarde y la noche. Almuerzo, merienda, cena y, el cuarto añadido, la borrachera. La música no puede faltar tampoco, pues una fiesta de mi pueblo sin bailar alguna sevillana o alguna rumba, no es una fiesta decente. Otra cosa es que hay más pescado que carne, aunque supongo que es de lógica. Este es un pueblo pesquero, es normal que haya mucho pescado.

Los primeros invitados que veo son mis tíos, Paco y Carmen, que vienen con mis primos, Manuel y Jose Antonio. Manuel es unos años más grande que yo, y Jose es algo más pequeño. Siempre me he llevado bien con los dos, aunque Manuel (o Manolillo, como le decimos en la familia) me es más cercano.

Los saludo a los cuatro con muchas ganas, aunque ya vi a mi tío ayer, igualmente lo abrazo con fuerza.

- Qué fea estás, prima - se burla de mí Manuel, pasándome el brazo por los hombros.

Yo le saco la lengua y mi tía le riñe, diciéndole que no se meta conmigo. Cuando llegamos hasta donde están mis padres arreglándolo todo para la fiesta, mis tíos enseguida corren a un lado y a otro para ayudarles. Yo busco con la mirada al cabezón de mi chico, temiendo la reacción de mis primos al verlo. Lo malo de que Pablo sea famoso es esto; no sólo les estoy presentando a mi "amigo especial", sino que les estoy presentando al mismísimo Gavi. Y claro, a mí me da igual quién es, de hecho ni sabía de su existencia cuando le conocí en el bar, pero a los que lo conocen, sí les importa.

- Os quiero presentar a alguien - les digo a mis primos, que ya están mirando sus teléfonos, aburridos.

- Uuuuh, la Miriam tiene novio - se ríe mi primo pequeño.

- Pues sí, calla - bufo dándole una colleja.

Justo entonces sale Pablo de casa con unas cestitas llenas de pan, y los dos chicos se le quedan mirando como si fuese un espíritu o algo.

Imprudente // Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora