Espero a que los chicos salgan del vestuario con impaciencia. Tengo hambre, y aunque sé que tenemos que comer aquí con el equipo (ya incluso me incluyo como una más, esto se me está yendo de las manos) me aburro y hoy me siento bastante animada.
Uno de los jugadores sale y se me queda mirando raro, cosa que me incomoda a la par que me pone de mala hostia. Creo que le caigo mal, y está en todo su derecho de que yo no le caiga bien, pero que no sea tan descarado. Que para poner caras de asco ya tengo a mi precioso Pablito.
- ¿A ti qué te pasa? - Le digo sin más.
A mí la vergüenza ya se me ha pasado con todos, así que ahora voy adelante arrasando con todo.
- ¿Quién te crees para venir a los entrenamientos?
Yo frunzo el ceño, confusa. ¿Es eso lo que le molesta? Yo no veo el problema. Y si tiene un problema con eso que se lo reclame a Xavi, pero que a mí no me cuente historias.
- ¿Y tú quién te crees para hablarme así?
- Pablo Torre, y yo sí soy jugador de fútbol.
- Muy bien por ti - bufo rodando los ojos.
- ¿De qué pueblucho de mierda has salido tú, cateta?
- ¿A quién llamas cateta, subnormal de mierda? - Gruño entre dientes y apretando los puños. Como no me calme le parto la cara al gilipollas este. Así que respiro hondo y no dejo que replique. - Mira, yo no te he hecho nada para que me mires ni me hables así, de modo que... Aire - hago aspavientos con la mano, seña de que se vaya, y está por decir algo (probablemente muy poco amable) cuando Pedri y Gavi salen al fin del vestuario.
- ¿Pasa algo? - Pregunta el canario mirando mal al tonto que tengo enfrente.
- No, nada - niego yo mirando a mis amigos. - Tengo hambre - digo tomando a Gavi de la mano y a Pedri del brazo.
El sevillano se ha quedado muy serio mirando al Pablo Torre este, y yo trato de evitar el posible conflicto tirando de los dos jugadores, perdiendo de vista al otro. No sé qué me preocupa más, si que ellos se enfaden y se peleen con él o que yo pierda los nervios y le cruce la cara de un guantazo. Cuando ya hemos caminado un rato, los suelto y seguimos andando, yo siguiéndolos porque no tengo ni idea de a dónde tenemos que ir. Pero hay demasiado silencio. Mucho para tratarse de nosotros tres.
- ¿Estáis bien? - Pregunto viendo que no parecen muy contentos.
- Ese tío es gilipollas - gruñe Gavi apretando los puños.
Concuerdo.
- Cálmate - le dice Pedri.
- ¿Qué me estoy perdiendo? - Digo queriendo enterarme de lo que pasa.
- No nos llevamos bien con él - responde el canario negando con la cabeza. - Y tu novio no le soporta porque el tío ese se acostó con su hermana.
Casi me quejo cuando se refiere a Gavi como mi novio, pero no lo hago porque no me molesta lo más mínimo. Tal vez aún no lo sea, pero la idea de que sí, es bastante atractiva.
- Entonces lo de enfadarse con quien se lía con tu hermano viene de familia - murmuro divertida, refiriéndome al cabreo que se pilló Laura. - Comprendo.
- A mí no me hace gracia - bufa Pablo con esa cara de enfurruñado que tan adorable le queda.
- No te enfades, Red - murmuro besando su mejilla. - De todos modos, entiendo que te caiga mal. Parece el típico cabrón clasista que se cree algo.
- Entonces - habla Pedri, - ¿qué te ha dicho?
- Nada en especial, pero parece que no le gusta que esté aquí - me encojo de hombros y miro a ambos chicos.
ESTÁS LEYENDO
Imprudente // Pablo Gavi
Fiksi Penggemar¿Hasta qué punto estamos dispuestos a sufrir por otra persona? ¿Hasta dónde llegan las coincidencias o el destino? Yo no lo sé. Sólo sé que un día lo encontré a él sin planearlo ni quererlo y supe que no quería que aquello fuese un "adiós" que durar...