Doy vueltas por la cocina, cantando y saltando felizmente, moviendo la cabeza al ritmo de la música y removiendo lo que se cuece en la olla. Mi madre me ha pasado la receta de sus fideos de puchero y estoy... Intentando hacerla. De momento va bien, creo. Aunque ahora que tengo que esperar un rato simplemente estoy dando saltos en la cocina mientras recojo todo y cada cinco minutos remuevo la comida.
- Nunca hemos sido los guapos del barrio. Siempre hemos sido una cosa normal - tarareo felizmente, dando vueltas y usando un cucharón de madera como micrófono. - Ni mucho ni poco, ni para comerse el coco. Oye ya te digo una cosa normal.
Sigo bailoteando, en mi propio mundo, y escucho la puerta del apartamento. Unos segundos después, Pablo está entrando en la cocina, sonriendo y mirándome a mí y luego a la Alexa que tenemos, que es donde se reproduce la música.
- Hola, Mimi - saluda muy tranquilo, pero lo mando a callar.
- ¡Has sido tú! ¡Te crees que no te he visto! - Sigo cantando, haciéndole reír.
- Has sido tú, chica cocodrilo - me sigue el rollo, riendo más.
- Has sido tú, la que me dio el mordisco - decimos a la vez, yo uniéndome a las risas.
- Coge un micrófono, señor Páez - le digo señalándole otro cucharón mientras la canción sigue sonando.
- Estás loca - niega con la cabeza, acercándose y dándome un beso casto en los labios. - ¿Qué estás haciendo?
- Vivir la música - respondo contoneándome al ritmo de la melodía. - Ahí viene el estribillo... ¡Has sido tú! Te crees que no te he visto.
Él rueda los ojos, sin dejar de sonreír, y consigo convencerlo al fin porque agarra el improvisado micrófono y se pone a cantar conmigo. Jamás pensé que me lo iba a pasar tan bien cantando con mi novio en la cocina a los Hombres G... Pero aquí estamos, casi chillando la letra de "El ataque de las chicas cocodrilo". Nos reímos, bailamos y cantamos, con tanta naturalidad que me hace sentir tremendamente cómoda. Hay pocas personas con las que me siento a gusto así. Sólo mis padres y mis tres amigas, nada más. Y ahora él.
Cuando la canción termina los dos estamos jadeando y felices, y bueno, se pone la siguiente melodía de mi playlist súper variada. Suena una canción en inglés que es lenta y se nos acaba la fiesta.
- Es un temazo - digo refiriéndome a lo que estábamos cantando. - ¿Te gusta Hombres G?
- Algunos temas - asiente sentándose en un taburete. - ¿Qué estás cocinando?
- Puchero - contesto sonriente. - ¿Qué tal el entrenamiento?
- Como siempre - se encoge de hombros y hace un gesto con la mano. - ¿Y tus clases?
- Bien, bien - quito la olla del fuego y sigo la receta, mientras continúo hablando con mi novio. - Hoy ha sido más bien aburrido, pero mejor aburrido que complicado.
- Me alegro - murmura apoyándose en la encimera. - Mis padres vienen mañana - me recuerda.
- ¿Por qué te crees que estoy haciendo esto? - Le pregunto mirándolo con obviedad.
Se encoge de hombros y yo ruedo los ojos. El siguiente paso es... Ninguno. Ya está listo. Así que dejaré que se enfríe y luego lo meteré en la nevera, y ya mañana lo volveré a calentar para el almuerzo.
- Pedri y Fer vendrán a cenar - me habla él mientras yo termino de arreglar mi desastre de la cocina. - Traerán comida china.
- Perfecto. Hace tiempo que no los veo - sonrío y voy hacia él, besando sus labios. - Dile a Fer que traiga la Nintendo Switch, aun me debe la revancha al Mario Kart.
ESTÁS LEYENDO
Imprudente // Pablo Gavi
Fanfiction¿Hasta qué punto estamos dispuestos a sufrir por otra persona? ¿Hasta dónde llegan las coincidencias o el destino? Yo no lo sé. Sólo sé que un día lo encontré a él sin planearlo ni quererlo y supe que no quería que aquello fuese un "adiós" que durar...