Capítulo 15

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Para aquella mañana, Yujin practicaba con la espada, su falta de habilidad se estaba compensando muy rápido gracias a que ella misma se consideraba como una persona determinada y dispuesta a lograr sus objetivos. En esta ocasión se iba a enfrentar a un espadachín de completa confianza como su primer contrincante real. 

—No seas tan blando conmigo, por favor —pide ella.

—De acuerdo, majestad —responde el espadachín—. ¿Está listo?

Asintió. De pronto, el primer choque de espadas de escuchó en el aire. Yujin confiaba en su destreza y esperaba darle frente a su contrincante con mucha dignidad. Su duelo parecía ser una muy interesante coreografía, solo que el espadachín llevaba la ventaja y no parecían estar tan a mano. Yujin brincaba, se agachaba o retrocedía según la ocasión, se esforzaba muchísimo más. 

—¿Quiere detenerse, majestad? —le pregunta el hombre de la espada. 

—No —responde ella jadeante, se notaba muy emocionada—. Sigamos. 

El espadachín sonrió y de inmediato volvió a atacar. Yujin amaba la adrenalina del combate, quería mejorar, quería hacerlo para poder proteger a las pocas personas que le importaban además de las personas del pueblo. Sin darse cuenta de un movimiento, sus pies fallaron y ella recibió dos cortes superficiales en su cuerpo. La pelea terminó. 

—¡Majestad! —la dama Kyo y el eunuco Kang se acercaron sin demora. 

—Perdone, majestad —el espadachín se sintió muy mal por el daño. 

—Estoy bien —Yujin sonrió para trata de restarle importancia, sin embargo, su ropaje empezaba a empaparse de sangre y eso asustó a las personas a su alrededor. El eunuco pidió ayuda para llevar al rey a su habitación. 

Al poco rato llegó el médico real para tratar las heridas, y en efecto no eran nada profundas, pero todos a su alrededor se habían llevado un buen susto. Había una herida en su costado derecho y en su espalda a la altura de la cadera. 

—Vendré más tarde para aplicar otro remedio y cambiar vendajes —avisa el médico a la dama Hyekyo. 

—Muchas gracias, doctor —responde ella.

El médico dejó dichas otras indicaciones antes de irse. Yujin descansaba en su cama, pero sin avisar quiso levantarse. 

—No debe hacer eso, majestad. Usted debe descansar —recuerda el eunuco. 

—No son heridas graves, eunuco Kang Tae Oh. Solo quiero ir al baño. 

Salió. Pero Yujin no solo iba al baño, sino que, desobedeciendo los cuidados, quiso salir a dar un paseo por los terrenos del palacio, ella era una chica que no podía quedarse quieta por mucho tiempo sin hacer nada. 


Por su parte, la reina Wonyoung acababa de llegar a los aposentos del rey. 

—Él no está aquí —le dicen las personas que estaban en el pasillo. 

Desconcertada, la reina se dio la vuelta y salió para buscarlo. Tardó un rato hasta que lo vio frente al gran lago. Que tonto y necio era el rey al no querer reposar.  

—¿Que no usted debería estar descansando, majestad? —pregunta la reina con cierto tono burlón y preocupado.

—Claro, pero no puedo perderme un día tan lindo como este (suspira), y menos ahora que me otorga la dicha de su presencia —sonríe el rey. El rostro de Wonyoung permanecía inexpresivo, pero sus mejillas carmesíes decían todo lo contrario. 

La Última Voluntad del Rey (Annyeongz)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora