Bailes y ponche

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Pov Félix

Tras una larga semana de instituto, por fin era sábado. No me disgustaba estudiar, pero siempre estuve haciéndolo desde casa con tutores privados y a un nivel más alto que el de mi actual escuela.

Sólo ingresé ahí con el objetivo de tener la excusa perfecta para quedarme en París, diciéndole a mi madre que quería pasar más tiempo con mi primo.

Ella se entusiasmó tanto que logró apuntarme en un sólo fin de semana, y el lunes ya era oficialmente un estudiante del instituto François Dupont.

No volví a salir como Argos desde el día en el que quedé con Marinette en su balcón. No quería abusar de los poderes de Dusuu.

Pero el lunes la vi en clase, abordandome con un montón de preguntas las cuales no iba a responder.

Era obvio que dudaría de mi, dado que conocía su identidad secreta y probablemente era la única persona, aunque sospechaba que su amiga, la chica morena de gafas, también podría estar enterada.

No era Marinette la única que tenía preguntas. Como Ladybug y Guardiana, ella tenía conocimientos que nadie más podría saber sobre los prodigios y sus poderes.

Y yo también necesitaba respuestas, y si para conseguirlas necesitaba contarle mis planes, lo haría. Estaba seguro que me ayudaría, dado su estúpido amor por mi primo y su sentido de protección sobre sus amigos.

—Ya hemos llegado— dijo el chófer.

Salí de mis pensamientos cuando la limusina aparcó frente a la gran mansión donde se celebraba el evento organizado por mi tío, 'el gran diseñador Gabriel Agreste'.

No quería pasar mi sábado junto a ese villano, lo detestaba, pero mi madre sugirió que podría hacer compañía a Adrien, quién seguramente no lo pasaba bien en esta clase de fiestas, y no pude decirle que no a ella.

Mi madre es la única persona a quién adoro y respeto, ella tiene todo mi amor y admiración. Haría cualquier cosa por que estuviera feliz, y por ello aquí estaba, en un absurdo salón de baile.

Tras unas dos horas de lo más exasperantes, habiendo sido obligado por mi madre a bailar con la odiosa Chloé Bourgeois y su igual de odiosa prima Celia, la noche no podía haber sido peor.

Había bebido cuatro vasos de ponche para relajarme y no insultar a las pretenciosas 'amigas' de la rubia que se colgaban de mi cuello a cada rato, como si invadir mi espacio personal fuera lo normal.

En mi quinto vaso, comencé a sentirme algo mareado. Creo que me pasé esta vez.

No quise avergonzar a mi madre al decir algo estúpido si el alcohol me controlaba, así que decidí salir al jardín a tomar el aire.

Me relajé al salir por la puerta y sentir la ligera brisa rozar mis mejillas. Me giré para cerrar la puerta y vi a lo lejos del pasillo a la molesta rubia buscándome y chillando mi nombre.

Sólo me quedé ahí y suspiré hasta que escuché su irritante voz gritar -¡Fé Fé, ven a bailar conmigo!-

Más bailes no, por favor.

Así que corrí adentrándome en el jardín para que no me viera, hasta que llegué a una gran fuente de piedra y me senté en el suelo, suspirando de nuevo.

Noté que el suelo estaba húmedo y me levanté rápidamente, pero mi traje grisáceo ya estaba completamente mojado por la parte de mi trasero.

De repente escuché una pequeña risa provenir de enfrente de la fuente y giré mi cabeza para encontrar a una chica riéndose de mi.

Si no me amas, finge hacerlo. // FelinetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora