Si no me amas, finge hacerlo. // Felinette

Recuerdos rotos

Pov Marinette

Recuerdo aquella noche como si fuera ayer.

Jamás le conté a nadie lo que pasé. Ni a Alya, ni a nadie de mi familia, ni siquiera a Chat Noir. Detesto recordarlo, detesto esconderlo. 

Pero en el fondo de mi ser, sé que lo hago porque creo que si lo digo en voz alta, se hará real. A pesar de que ya lo fue. 

El recuerdo me persigue en cada sueño, cada vez que cierro los ojos. A veces, hasta estando del todo lúcida. Nada puede hacer olvidarme de aquel día ni de cómo me fue arrebatada una parte de mi a la fuerza. 

∳

Otra batalla ganada contra Shadow Moth, esta vez luché contra su villano, su sentimonstruo y él mismo a la vez, y gané. Con ayuda de Chat Noir, como siempre. 

Ya era de madrugada, la batalla que comenzó a media noche duró dos largas horas, y tanto mi cuerpo como Tikki no resistieron tres largas transformaciones, así que tuve que parar junto a un oscuro callejón para poder reponer fuerzas y volver a casa tras ello. 

Como tuve que salir rápido de noche por mi balcón, estaba en pijama, sin mi bolso, y por lo tanto sin comida para Tikki. Por lo que, o encontraba algo a estas horas o volvía caminando, ¿pero cómo iba a explicarles a mis padres que bajé por el balcón y no podía volver a subir ahora?

Exacto, debía encontrar algo y rápido. Tikki tuvo la idea de ir en busca de algunas sobras de comida por los edificios cercanos, y siendo capaz de atravesar las paredes, seguramente no le supondría tanto tiempo encontrar algo. Así que asentí y ella se marchó volando, asegurando que no tardaría mucho. 

No pasó más de un segundo desde que ella desapareció de mi vista que escuché un estruendo justo detrás mío. La tenue luz de la luna dejaba entrever en la pared frente a mi la sombra de un hombre alto y delgado parado a mis espaldas, y ante la situación, tragué saliva fuerte. 

Lentamente traté de voltearme, pero su rasposa y conocida voz me hizo detenerme en seco. No era posible... 

—No te des la vuelta.  —dijo en un tono firme.

Era él. Era su voz.

Shadowmoth.

¿Me habría estado vigilando? ¿Sabría ya mi identidad secreta? Mi cerebro iba a cien por hora tratando de averiguar por qué estaba aquí.

—¿Qué quieres de mi? —mi voz era firme, mas me sentía insegura tras ella. 

—Tú serás mi siguiente víctima. No trates de resistirte. —dijo él. Y  en ese instante una mariposa negra se coló en mi camiseta. 

Sentía una presencia en mi mente, sentía cómo mi cuerpo quería cederle todo control sobre mí, pero si lo hacía, sabría mi identidad. Aunque todavía no estaba segura de que no la conociera ya. 

—Deja de resistirte. —dijo apoyando una de sus manos enguantadas sobre la pared, justo al lado de mi hombro—. Déjame entrar en tu mente. Consigue los prodigios por mi. —susurró. 

En ese momento lo supe, él no tenía ni idea de que yo era quien tenía uno de los prodigios, simplemente estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado, que para él resulté ser la víctima perfecta. 

—¡No! ¡Sal de mi cabeza! —grité con todas mis fuerzas. 

—¡Deja de resistirte, maldita sea! ¡Necesito una nueva víctima, y la necesito ya! —gritó él.