El último día

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Pov Marinette

Ya es de noche. Estoy en mi habitación cuando escucho un estruendo proveniente del balcón.

Me asomo por el tragaluz y veo a Argos frente a mí, parece algo tímido, nervioso, y eso es raro en él.

—¿Qué pasa? Todavía falta una hora para la patrulla.

—L-lo sé —tartamudea—. Ven conmigo.

Me ofrece su mano y la acepto, me pongo de pie sobre el balcón y él me coge en brazos, y me lleva saltando por los tejados.

—¿A dónde me llevas?

—Cierra los ojos.

Me sonríe. Yo los cierro sin dudarlo, pues de alguna manera, confío plenamente en él.

Me posa de pie sobre algún otro tejado, todavía con los ojos cerrados.

—Espera.

Espero hasta que él me dice. Le escucho caminar deprisa y me resulta gracioso.

—Ya puedes abrir los ojos.

Abro los ojos despacio. Frente a mí vuelve a estar Félix.

Está sentado sobre unas mantas y cojines, hay un montón de velas rodeando el tejado y una peonía rosada junto a ellas. Mi flor favorita. A su lado, una cesta.

Suelto un jadeo al ver todo esto.

—Esto... esto es increíble Félix, es precioso.

—¿Te gusta? —pregunta nervioso

—¡Me encanta!

Él sonríe aliviado y yo corro a sentarme junto a él sobre los cojines.

—¿Cómo sabías cuáles eran mis flores favoritas?

—Sé que te encanta el rosa, y que estás harta de las rosas —se carcajea—. Tranquila, me lo dijiste tú borracha.

—No lo dudo —me río también—. En serio Félix, es precioso.

—Sé que no es el mejor momento para tener una cita, pero no podía esperar más.

—¿Así que esto es una cita?

—Tú misma dijiste que tendríamos más citas.

—Cierto. Si todas tus ideas son iguales a esta, superas mis expectativas.

—Tengo tantas citas planeadas que no te aburrirás de mi en ochenta años.

Yo suelto una risilla y apoyo mi mano sobre la suya.

—¿Qué hay en la cesta?

—Es una sorpresa.

—Yo también tengo una sorpresa para ti, algo así.

Él parece sorprendido y no dice nada, animándome a continuar.

—He hablado con uno de los maestros antes...

—¿Maestros? —pregunta él, confuso.

—Sí, del templo de los guardianes de los prodigios. Larga historia.

—Estás llena de secretos, Marinette Dupain-Cheng.

—¡Oye! Creí que lo sabías, tú lo sabes todo.

—No todo, pero me gusta intentarlo.

—Bueno, el caso es que me ha contado lo que queríamos saber sobre tu prodigio, el del pavo real. Tengo buenas y malas noticias.

Si no me amas, finge hacerlo. // FelinetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora