Corazón roto

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Pov Marinette

La fiesta de cumpleaños de Nino iba bien. Las chicas y yo charlábamos mientras los chicos jugaban a videojuegos o se peleaban por poner la siguiente canción.

Entonces Alya decidió que era hora de animar un poco el ambiente y quiso jugar a 'verdad o reto'.

Cuando me preguntó por el chico de la noche del evento no pude evitar buscar a Félix con la mirada, y recordar aquella noche de nuevo. Él me miraba intrigado, no sé si quiso que dijera su nombre o no, pero sólo bebí.

Creo que de alguna manera quiero mantener nuestro encuentro esa noche en secreto, un secreto que él y yo compartimos.

Pero la pregunta que Adrien le hizo a Félix ocupa ahora todos mis pensamientos. «¿Por qué odias tanto a Marinette?».

Yo también quisiera saberlo. Quiero creer que yo tengo más motivos para odiarle, aunque no sé cuánto han podido afectarle mis palabras para obligarle a él a odiarme a mi.

Y ahora, después de los juegos y las preguntas, después de tres rondas de chupitos y de interminables risas tras las confesiones de algunos de mis amigos, todavía pienso en él. En que me odia, y quiero saber por qué.

—Chica, esta noche pareces más distraída que de normal. —me dice Alya.

Estamos solas en la mesa de bebidas, necesito un respiro de la fiesta, de todo, en general.

—Supongo que tengo muchas cosas en mente, ya sabes de qué hablo. —suspiro, pensando en mi rol de heroína.

—Marinette, necesitas un respiro después de todo lo que ha pasado estos días —dice ella—. Sé que todavía te culpas por perder los prodigios, pero no ha ganado aún. Lo sabes.

—Lo sé.

—Bien, ahora coge esto y bebetelo entero, es hora de pasárselo bien.

Alya me pasa un gran vaso con una extraña mezcla, que a pesar de oler deliciosa, no creo que sea sólo zumo.

—¿Tu cubata especial?

—Mi cubata especial. Ahora bebe y disfruta, nuestra heroína también merece pasar un buen rato. ¿No crees?

A quien quiero engañar, olvidarme de mis problemas por una noche es justo lo que necesito. Bloquear los malos recuerdos y permitirme sonreír.

Suspiro y asiento ante su propuesta. Juntas, nos bebemos cada una un gran vaso en apenas tres tragos y cargamos otro de igual manera.

Charlamos un rato y nos terminamos el segundo, ya noto como mis problemas se evaden y mi sonrisa emerge, me gusta como sienta ser feliz, ser normal.

—Espérame aquí.

Alya va corriendo hacia el ordenador y pone una de nuestras canciones preferidas, una que se puede bailar.

Después coge mi mano y me lleva junto con ella hacia el centro de la habitación. La música empieza a sonar y el alcohol me empieza a hacer efecto.

Alya guía nuestros pasos y me encuentro bailando con ella en medio de la habitación.

No suelo dejarme llevar de esta manera y puedo notar como tanto los chicos como las chicas nos miran boquiabiertos mientras bailamos, libres, felices, apegadas y por nuestra cuenta.

Oigo silbidos y ovaciones y algunos se unen a nosotras. Pronto, casi todos estamos bailando, saltando y cantando sin vergüenza alguna.

De repente noto que alguien me agarra la mano y tira de mi. En un instante, Adrien está frente a mi, sonriéndome. Y mi corazón late cada vez más rápido.

Si no me amas, finge hacerlo. // FelinetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora