Preocupación

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Pov Félix

Marinette no ha vuelto a clase desde que Chat Noir se la llevó esta mañana. Mi primo también desapareció un rato, pero volvió a la hora siguiente alegando que se asustó tanto que se escondió en los baños durante más de media hora. 

Si tan solo supiera que su padre es quién se esconde tras la máscara... 

El timbre que anuncia el fin de las clases suena. Marinette no ha vuelto, pero su mochila sigue en su sitio. Suspiro con rabia y guardo todas sus libretas en ella, una vez cerrada, me la cuelgo al hombro y voy en busca de su amiga, Alya. 

No la encuentro por ninguno de los pasillos, ni siquiera a la salida del instituto. Tampoco a su novio. Adrien ya está esperando en la limusina, pienso en pedirle a él que le devuelva la mochila, pero Natalie me mete dentro del coche y al segundo éste ya está en marcha. 

—Tenemos una sesión de fotos en diez minutos. —dice ella—. Tu madre ha pedido que asistas esta vez, Félix. 

—Claro, como no. —ruedo los ojos. 

Me relajo en el asiento y dejo la mochila entre mis pies. Adrien parece no notarla y me alegra que no pregunte, aunque parece más callado que de costumbre, más perdido en sus pensamientos. Trato de aclarar los míos propios hasta llegar a la sesión de fotos. 

Después de tres largas y aburridas horas llego a casa, pero al entrar a mi habitación caigo en que todavía llevo la mochila de Marinette colgada de mi hombro. 

No sé si tiene pensado venir mañana, pero será mejor que se la devuelva ahora, así no tendré que soportar más insultos baratos. 

Decidido, me transformo en Argos y salgo por mi ventana en dirección a su casa. Una vez en su balcón, me siento un completo idiota por haber venido hasta aquí sólo para devolverle algo a ella. No sé por qué me esfuerzo. 

Pero ya que estoy aquí, por lo menos que mi viaje sirva de algo. Dejo la mochila en su balcón y pico tres veces a la ventana que da a su habitación. No espero respuesta y me voy antes de que salga y me pueda ver o decir cualquier cosa. 

Ahora estoy tumbado en la cama de mi habitación, pensando en por qué me siento de este modo, por qué a pesar de escucharla decir que soy un monstruo, no me siento como uno cuando ella está cerca. 

Por qué he ido hasta su casa a estas horas de la noche solo para devolverle su mochila, o por qué me molesta más el hecho de no haberme quedado para hablar con ella. 

Llevo media hora en clases cuando Marinette aparece por la puerta. Ha vuelto a llegar pronto, y me preocupa cuando lo hace, porque sé que tampoco ha podido dormir en toda la noche y ha decidido venir antes para dejar de sobre pensarlo todo. 

¿Y por qué me preocupo siquiera?

Se sienta a mi lado y empieza a prepararse para la clase: saca sus libros y su material. Yo sigo leyendo, trato de no prestarle atención. 

—Gracias, por devolverme la mochila. —dice ella, sin mirarme. 

—No sé de qué estás hablando. —digo yo, sin separar mi vista del libro. 

—Siempre ocultas tu mejor lado, por ello te odio. —susurra esa última parte, y sonrío, pero no la miro. 

—Yo también te odio. —susurro para mi mismo. 

Espero que ella también esté sonriendo ahora. 

En cuanto los alumnos y la profesora llegan, la clase comienza. Trato de prestar atención pero me es completamente imposible, no sé ni siquiera de qué está hablando, ni qué materia es esta. 

Si no me amas, finge hacerlo. // FelinetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora