-Hogwarts AU

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Muchos estudiantes en Hogwarts conocían a Muichiro Tokito, el Ravenclaw sangre pura de tercer año. Se le conocía por ser despistado y perdido en su imaginación. Incluso le llamaban el "hijo perdido de Luna Lovegood" aunque físicamente no se parecieran en nada. Con olor a canela y libros viejos, al chico se le podía distinguir fácilmente entre una multitud, con sus ojos inexpresivos resaltando por doquier.

Varias veces llamó la atención de muchos, como cuando narró un partido de Quidditch entre Gryffindor y Hufflepuff. Bueno, narrar no narró. Habló sobre cómo las nubes estaban preciosas y esponjosas, cómo los elfos domésticos de las cocinas prepararon el banquete de esa mañana, cómo su padre le contó que los colmillos de las acromántulas se podían utilizar en una poción como somnífero, cómo Genya le estaba ayudando en su tarea de Adivinación...

Ah, sí, Shinazugawa Genya. Un Hufflepuff mestizo de quinto año. Muchos creen que el sombrero seleccionador se equivocó al poner a Genya en Hufflepuff, teniendo una apariencia terriblemente aterradora. El chico que parecía que te iba a lanzar un Cruciatus si te le acercabas, como su hermano mayor que cursaba el séptimo año. Lo paradójico era que Genya era todo lo contrario. Debajo de ese semblante peligroso se escondía un alma pura. Tenía una personalidad de terrón de azúcar: daba de comer a las lechuzas en la lechucería incluso en las frías mañanas de invierno, participaba activa y voluntariamente en el invernadero del castillo, visitaba a los elfos domésticos semanalmente y defendía a los desfavorecidos frente a abusones.

Tampoco dudaba en ayudar a sus compañeros y no toleraba las injusticias, mostrándose digno de ser un Hufflepuff. Como cuando Zenitsu fue víctima de una broma — una muy cruel si le preguntas a Genya — por parte de los Slytherin que le dejó en cama una semana y el pelinegro fue a reportarlo al director. Al dar nombres y apellidos pudo verlos castigados maldiciendo su nombre, pero no le importó. Tampoco dudó en ayudar a cierto Ravenclaw que se perdió por las mazmorras y cuyo nombre era Muichiro Tokito, cuando el mayor cursaba su tercer año.

Con el paso del tiempo, ambos chicos se encontraron más a menudo y terminaron hablando, enlazando una amistad. Tan grande era que, de un modo u otro, se atraían el uno a otro como por arte de una fuerza sobrenatural.

Ese par siempre parecían orbitar entre ellos, charlando o intercambiando favores. Si Tokito necesitaba ayuda en Herbología, Genya le estaría esperando en los invernaderos del castillo; si el mayor quería ir a Hogsmeade, Muichiro sería el que espera afuera de la sala común de Hufflepuff para poder emprender el camino hacia la aldea, y así sucesivamente. Era una cadena de acontecimientos que involucraban a ambos chicos. Para Genya, las cervezas de mantequilla siempre sabían mejor con la compañía de Muichiro. El lago parecía sacado de un cuento de hadas, brillante y hermoso, cuando Genya estaba con Tokito, sentados en la orilla, observándolo.

Siempre tenían un ambiente de tranquilidad y armonía juntos, equilibrando sus capacidades para lograr una perfecta combinación. Azul con amarillo, tranquilidad con gentileza. Un elegante águila con un cálido y acogedor tejón.

Nadie en el castillo supo en qué momento ni cómo, pero todos se acostumbraron a verlos juntos. Eso llevó a que también fuera común verlos cogidos de la mano, con sonrojos en las mejillas de ambos. Cosas de personas cercanas, ¿verdad? No había nada fuera de lo común en la manera en la que se miraban, ni en las muestras de afecto que manifestaban en público ocasionalmente. Era algo ordinario, cosa que no molestaba a nadie. No era raro verlos sentados en su designada mesa de la taberna tomándo cerveza de mantequilla. Tampoco que ambos fueran a la lechuzería para dar de comer a las aves, ni que el calamar gigante jugara con ellos a mojarlos hasta terminar empapados.

Era algo a lo que todos se acostumbraron hasta que la guerra de Hogwarts, en donde ambos enamorados perecieron codo con codo hasta el final, se llevó esa comodidad. Siempre habrá una mesa en la taberna de Hogsmeade vacía para ellos, las plantas que cuidaban en el invernadero siempre quedarán secas. El calamar gigante estará de luto, buscando a los dos chicos que jugaban con él. Las lechuzas que Genya cuidaba los extrañarán por eones, y el castillo no olvidará a los amantes. Tan ordinarios y perfectos. Al despistado Ravenclaw que cayó enamorado de un gentil  Hufflepuff. Tan enamorados que se rindieron contra la muerte con tal de estar juntos por la eternidad.

¡Hola!

Cuánto tiempo, han sido años. Perdón por el angst, pero no he podido evitarlo.

Espero que os haya gustado.

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⏰ Última actualización: May 24 ⏰

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