"La vida es sagrada" Rezaba un cartel mostrenemse en la sala de espera de la Unidad de Reacción Inmediata del DACOM, tenía la imagen en colores cálidos de una familia de cuatro personas abrazadas caminando en un enorme campo verde con el sol brillando desde arriba, era uno de esos carteles propagandísticos de los hospitales encerrado en un marco metálico con leds blancos a su alrededor. Se había aburrido de mirarlo desde hacía rato, pero sin saber por qué, aún al verlo fijamente le daban ganas de llorar.
Celia estaba quedando de nuevo dormida, pero luchaba por no perder la consciencia dando tirones de a ratos de cabeza, de camino allá había vomitado una cantidad ingente de sangre en el asiento del copiloto del carro de Czizek y el médico de la consulta de urgencias había advertido que si se quedaba dormida y volvía a vomitar existía la posibilidad de que empezara a broncoaspirar y básicamente morirse ahogada. Y eso la puso a llorar, desde allí lloró un buen tiempo aunque no comprendía por qué, quizás porque se sentía de alguna manera aliviada.
Cerró los ojos , en serio esperaba quedarse dormida y quizás no volver a ver nada, la idea le parecía ni buena ni mala en realidad, poco le importaba ya, pero sin saber bien por qué a cada rato volvía a abrir los ojos con verdadera voluntad, con fuerza, enderezando el cuello y acomodando la espalda que empezaba a encalambrarse y tal como las veces anteriores volvía mirar el cartel rodeado de leds unos bastantes segundos y entonces poco a poco volvía a perder fuerza en sus párpados, veía el mundo nublado por sus pestañas, un mundo sin forma de hecho, porque no veía bien las baldosas, sino solo haces hexagonales de luz meciéndose lentamente como si ella misma estuviese a la deriva en el agua y sus movimientos oculares estuvieran regidos por corrientes profundas y fases del celeste nocturno, bajando y subiendo en mareas de segundos y horas y en el tiempo de altamar en que se escurría sin una medición fiable, su cabeza golpeaba su mentón y con ello el mareo se intensificaba, en aquel tiempo perdido su mente era lo que veía y se dejaba llevar, la boca se le entumía y deseaba de a ratos dejar de pensar porque iba a llegar algo que la iba a embatir y a hundirla.
¿Y si era C? Una A estaría normal, creía, pero una C cambiaba todo el paradigma. Paradigma. Ella había aprendido recientemente esa palabra.
Si era C todo lo de la vida finalizaría. Todo, en serio. Volvería a ser nada y dejaría de ser Celia. Sería como cuando Rodri combinaba mal la pintura y los colores por lo mismo salían mal, la pintura no volvería a su color original, no existía un proceso químico para devolver aquella agua marrón a lo que era antes, al igual que como él se exasperaba por eso, le exasperaba un poco... ¿La exasperaba? Eso significaba la muerte de la pintura, de esas gotitas, no porque no existieran más sino porque no servirían más, aunque Celia, sí dejaría de existir y solo quedaría... Ese bicho. Y sería raro porque ya el quiz de inglés de el día siguiente no importaría, ni inglés, ni si aparecía el cuaderno de español que tenía refundido o si alguien al final sí se había robado su esfero de gel, ni si ya sabía las formas de los límites en matemáticas para el final del trimestre, para el final, y si eso no importaba mucho menos el tiempo aprendiéndose la coreografía para el Magic day del colegio, era en dos semanas, pero las dos que ya había ensayado no servirían al final para nada. Halloween. Nada, todo eso a un ultimísimo plano porque la muerte es definitiva.
¿Pero A? ¿Y si era A? Todo importaría,claro sería un sustazo, El Susto de su vida, le harían el procedimiento de contracción, decían que entre más arraigada la escolopendra más dolía, que era como si a uno le sacaran un órgano, pero se salvaría y seguiría pensando en todo sobre el colegio y sobre, sobre todo. Esa tarde se quedaría en cama, triple cobija encima, un tinto, no se lavaría los dientes aunque se le fueran manchando, abriría las ventanas para que entrara el ruido. Quizás le dieran una incapacidad por tres días y después volvería a los techos del Agroindustrial y... y... y... Y eso. Esa tarde se quedaría en cama hasta tarde, con el cuerpo cansado, respirando rápido, dando vueltas. Escuchando el programa del radio, mirando al techo sin poder dormir, sin llevar los pensamientos a puerto seguro, escucharía de nuevo a los chicos del apartamento, un perro ladrando, un vehículo entrando al anillo vial de la UnRe, risas, golpes, llantos. Se dormiría hasta las tres y a la noche siguiente sería igual, seguiría dejando desorden, seguiría con pereza de bañarse, seguiría caminando de lado a lado con una sensación horrible y pesada en el estómago, esa que era como si le rellenaran la panza de cemento, quemando energía para cansarse, . Seguiría escuchando la música saliendo por las ventanas. Doris le decía que la voluntad de cambiar está, solo es que hay que seguirla. Pero allí sentada solo podía pensar en lo fracasada que era. Todo intento de mejorar algún aspecto de su vida terminó mal, o nisiquiera mal. Igual. No mejoró nada. Tan pronto consiguió algo deseó algo diferente. Terminó algo y lo abandonó. ¿Habría algo que no hubiera dejado botado por seguir otra cosa?
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Nada nuevo sobre el mar
Science FictionEn el último día de su vida, Celia Romero intentará encontrar el sentido de vivir o de morir, del pasado olvidado y de un futuro inexistente, mientras la plaga que diezmó al mundo hace casi veinte años empieza a hacer efecto en su mente y cuerpo.