Prólogo

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Tenía diecinueve, un corazón en migajas que pedía a gritos una reparación sin tener mi mente conciencia de ello y un mundo cubierto de sueños esperanzados frente a mis ojos cuando lo conocí, el constante sentimiento de no haber logrado nada relevante a mi corta edad me hacía sentir abrumado, tanto que le había puesto un rostro que veía en todas parte gritándome lo fracasado que era por no tener nada construido.

Pero es así como nos sentimos la mayoría de los mortales en el inicio de nuestra juventud, ¿No es así?

Siempre haciendo ridículas comparaciones de personas a tu alrededor que han hecho más que tú en menos tiempo, es entonces que sientes como el tiempo va agotándose como si fuese el alimento de madera que agranda la llama del terror en el interior más profundo de tu cabeza.

El examen se acercaba cada vez más y lo único que pasaba por mi mente era tener uno de los mejores puntajes, fue por ello que conocí a Kim Chaeryeong, la chica asocial que masticaba los lápices y se sentaba al fondo de salón cubierta de libros de teoría musical que por supuesto llamaban mi atención y podría tener el atrevimiento de decir que ya había leído la mayoría, fue una tarde de agosto en la que me crucé en su camino y la acompañé a casa, entonces comenzó a ser una rutina, Kim Chaeyeong y yo caminando por las veredas hacia su casa, que no quedaba a más de ocho cuadras de la escuela, mientras tarareábamos canciones y hablábamos de nuestros deseos más profundos, y no fue hasta la tarde de 16 de agosto en que todo comenzó, el agua cubrió por completo los secos paisajes que dejaban ver el otoño resplandeciente y fue debido a esto que tuve que quedarme en su casa a comer por primera vez, recuerdo haber cenado algo de galbitang y esperar a que la lluvia parara para poder irme a casa cuando mis ojos fueron llamados por una curiosa tela azul que guardaba timidez en la cocina, quizá me había visto y se había asegurado de bajar en silencio al comedor para no tener que tratar conmigo, pero su silencio me pareció tan conmovedor que no pude evitar regalarle una de mis más sinceras sonrisas cuando se dio cuenta de como lo observaba.

Él no era para nada como ningún chico que hubiese visto antes, sus ojos eran dos orbes solitarias que parecían buscar el aislamiento constante y tenía rostro asimilado al de un cachorro golden retriever.

"El agua está por parar"

Recuerdo que susurró hacia mí con timidez, como incitándome a marcharme de su morada.

"Parece que sí, pero mamá no está y tu casa es cálida de mientras"

Sus ojos parecieron prender luz al instante y una sonrisa abandonó con esmero sus labios, otorgándome el primer contacto de muchos, obligándome a buscar cada vez más pretextos para ir a casa de Chaeryeong, agregando cada vez más palabras a nuestras tardecinas conversaciones sin sentido y haciéndome creer que podría enamorarme por primera vez, quizá era menor y la brecha de edad en plena etapa de desarrollo tiene que ver mucho en como te relacionas con el resto, pero cuando tomaba su mano, el miedo se me iba automáticamente y puedo jurar que cada vez que nuestras miradas se cruzaban, una nueva sensación llegaba a mi alma, sus tontos consejos y pláticas motivadoras me sacaron más de una vez de mis puntos más bajos, siguiendo cada uno de mis juegos y aventuras por el viento, Kim Seungmin era todo lo que parecía estar bien dentro de mi vida, recuerdo haberle pedido que saliera conmigo un jueves nueve de Abril en la heladería que se convirtió en nuestro lugar por los jueves, recuerdo ese día a la perfección porque fue la primera vez en mucho tiempo que pude sonreír de verdad.

For no one | ChanminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora