Capítulo III

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El verano había pasado en un abrir y cerrar de ojos para todos, nuevo semestre para Bang Chan, implicaba más esfuerzo para su vida universitaria, muchos consideraban música como una carrera poco profesional, claro, porque el resto no veía todos los esfuerzos que esta conllevaba, tampoco vieron las noches de vela enteras que Bang tuvo que hacerse para poder tener una calificación medianamente buena, el único que había presenciado aquello tan de cerca, era Kim Seungmin, su acompañante en los trabajos finales.

Su figura se presentó fugazmente en su cabeza, un pequeño castaño moviéndose de aquí para allá, preparando tazas de café y galletas para ambos, ayudando en sinfonías y armonías musicales sin tener mucho conocimiento, siempre esforzándose en demostrar lo importante que para él era lo que era importante para Christopher.

Seungmin...

¿Cómo estaría él ahora?

Esa duda que lo carcomía desde mediados de abril,  ya no había vuelto a saber más de su pequeño luego de haber terminado con él, supo que Seungmin lo había buscando en algunas ocasiones, pero él simplemente decidía ignorarlo, estaba decidido a no volver con él, ya no sentía nada y no podía forzar una relación, aunque no negaba que de vez en cuando se encontraba a sí mismo buscando al chico, estaba tan acostumbrado a él, que su ausencia le daba ansiedad a veces, cosa que mejor decidía reprimir.

Seungmin, ojalá pudiesen de alguna manera poder seguir siendo amigos, aún sin algo romántico de por medio, el castaño seguía siendo importante para Bang.

Fueron alrededor de cinco meses después de haber cortado con él que empezó a disfrutar en verdad salir, veía como siempre se iba en aquella bicicleta azul en la que jugaba a ser un niño inglés en los años sesenta, esa misma que su madre le había regalado en su cumpleaños dieciséis, en ocasiones saliendo junto a Jeongin, a veces siendo adoptado por él y Hyunjin, a veces yendo solo, pero siempre caracterizado por su sonrisa de cachorro con ortodoncia de zafiro cuando el viento le pegaba en el cabello.

Había sido un verano difícil, pero a la vez hermoso si se lo preguntaban, Chan por fin pudo comenzar a salir con una chica con mayor libertad, llevándola a cenas románticas, citas en cafeterías, recorridos por la ciudad en bicicleta, todo había sido tan mágico en apenas un mes y medio.

Últimamente pasaba demasiado tiempo junto a Park Sunhi, pasaron la mayor parte de las vacaciones juntos e incluso se había quedado a dormir ya dos veces en casa de la castaña, abrazado a ella, en su cama con olor a rosas.

Bang y sus ocurrentes pensamientos en medio de la nada cuando tiene cosas que hacer, es por ello que siempre termina siendo interrumpido en medio de ellos, esta vez, por la dueña de sus ojos.

— ¿En qué piensas que te veo tan concentrado? — Indagó la chica posando sus brazos alrededor del cuello del más grande

— Lo siento, estaba acordándome de algunas cosas

— No importa, igual luces guapo disociado — Carcajeó Park — ¿Nervioso por el inicio de semestre?

— Casi no la verdad

— Yo sí, me temo que danza es algo un poco apresurado

— Así es en la mayoría, Sun, no te asustes — Aseguró Chan rodeando a la más baja entre sus brazos — Serás buena como siempre, yo lo sé

— Eso espero, Channie — Asintió pegando más su cabeza al pecho de Bang — ¿Me llevas a mi salón?

— No necesitas preguntármelo, es parte de nuestra rutina, cariño

— Bien, vamos — Indicó zafándose del abrazo para seguidamente tomar la mano de Christopher y guiarlo a su edificio

Las pláticas entre Bang Chan y Sunhi eran triviales casi siempre, mencionando sus clases, sus metas, calificaciones y demás cosas, en ocasiones comentaban acerca de sus citas o de su familia, claramente, a veces lucían como un par de amigos que no se veían hace tiempo, y en otras como una pareja que irradiaba amor.

For no one | ChanminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora