Capítulo II: Memorias de cumpleaños

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El cielo es cálido y el mundo parece no estar en tus manos cuando eres joven, haber pensado eso alguna vez, haber tomado recuerdo con una naturalidad simultáneamente todo lo que pasó a mi alrededor, haberme sentido cálido en los días frescos y helado en los días cálidos, esa era solo una cualidad que me distinguía de nadie.

Tener 21 años parecía ser entonces solo una exageración que acapara un trozo de mi vida en movimiento constante y es por ello que solía dedicar gran parte de mi día a observar, ver aquí, allá y en todas partes, parecía ser un impulso precavido, pero en ocasiones me salvaba el trasero.

A veces los recuerdos son más ruidosos de lo que tenemos entendido y ser un extraño nunca me ha impedido extrañar, porque la añoranza va más allá de sufrir a costa de pequeños fragmentos divididos que invaden la cabeza, y me arrepiento tanto de no haberme dado cuenta antes .

Recuerdo haber cumplido los 19 en un octubre tormentoso por el huracán que se aproximaba a la ciudad, a veces encarno ese día y es gracioso pensar en como cuando pensé que el día estaba arruinado por completo, llegaron aquellos deslumbrantes ojos de perrito observándome con timidez mientras sostenía un pequeño pastel, no quería sonreír en ese entonces de lo pesimista que estaba siendo, pero cuando menos lo noté, mis labios se curvearon hacia arriba y por puro impulso, me lancé a sus brazos como un niño troceando el cacho de esperanza más pequeño que queda en existencia, su dulce voz interpretó para mí el feliz cumpleaños y solo hicieron falta aquellos anillos de pareja para poder tener uno de los mejores cumpleaños de mi vida.

— Chan, la cena estará en la cocina, cariño, ¿Sí?, recuerda acabarlo todo y encargué un pastel para tus invitados — Habló la señora Bang apresurada rebuscando su cartera entre sus cosas

— Sí, mamá, ten suerte en el trabajo — Respondió Christopher con voz monótona

La mujer soltó un suspiro abandonando sus labores y se acercó de forma simultánea a Christopher, dejando un beso en su cabeza y acariciando las hebras desordenadas.

—Lamento no poder quedarme a tu cumpleaños, cariño, pero lo hago para darles una vida mejor

—Está bien, mamá, no importa

La señora Bang sonrió y dejó un beso en la mejilla de su hijo, acomodando su saco y tomando las llaves para salir de casa.

—Por favor, diviértete y no olvides ver tus regalos

El más alto asintió en modo de respuesta, quedando en absoluto silencio luego de que su madre saliera de casa, seguidamente suspiró y con ello quebró el silencio nada hogareño que se había formado, Lucas estaba en casa de su padre y él por su lado, tenía que disfrutar de su cumpleaños en completa soledad.

Salió de la sala con dirección a la cocina, sirviéndose un trozo de la lasaña que su madre había preparado para la ocasión especial, siendo esto para los amigos de su pequeño, quienes nunca llegarían porque ciertamente, ninguno tendría la tarde libre.

Christopher se sentó en la mesa mientras observaba su celular para entretenerse y picaba con calma la comida servida en su plato, una vez terminado, se levantó de la mesa y procedió a lavar el plato que con anterioridad habría utilizado.

Estaba por subir las escaleras cuando el timbre comenzó a sonar con desesperación, no era raro, quizás su madre de nuevo había pedido alguna de las ridiculeces que solía comprar por internet, solo entonces decidió acercarse a la puerta con fastidio, abriéndola de manera brusca y para su sorpresa, encontrándose con aquel a quien menos esperaba, pero a su vez, ansiaba.

—¡Feliz cumpleaños, Channie! — Exclamó el chico de los ojos de cachorro sosteniendo el pequeño pastel con dedicatoria al frente suyo. La lluvia parecía haberle dado un abrazo en cubierto y aún así el postre estaba intacto — Pide un deseo

Los labios del más grande se curvearon hacia arriba en un intento de sonrisa, y cuando menos lo notó, ya tenía al castaño entre sus brazos.

—Gracias, Minnie

Seungmin atinó a reír de forma leve y sostuvo el pastel en una mano con el fin de no tirarlo, acción que no pasó desapercibida por Bang, quien decidió tomarlo y hacerse a un lado, dándole paso al castaño.

—Pasa, por favor

Kim asintió y se adentró a la morada con timidez brotando hasta de sus poros, la vivienda de Bang Chan siempre había sido más grande que la suya y por lo mismo, creía que era solitaria, en los tres meses que llevaban saliendo, solo había visitado la casa de Bang dos veces y no se había dado la tarea de analizarla, parecía aquella típica residencia con mil y un lujos que disfrutaban, a lo mucho, dos personas, y mencionaba a dos porque el hermano menor de Chan en ocasiones iba a visitar a su padre.

—¿Ya almorzaste, Min?

—No, aún no — Carcajeó

—¡Perfecto!, ¿Quieres que cenemos juntos?, mamá hizo demasiada comida solo para mí — Mencionó el rubio queriendo ocultar su entusiasmo

—Por mí está bien, Channie — Asintió — ¿Te ayudo con la mesa?

—Bien, solo para que terminemos más rápido

—No hay prisa, Chris, tenemos toda la tarde

—Pero quiero que hagamos más cosas

—Entonces las haremos, pero hay tiempo aún, no necesitamos una agenda

—Tienes razón, Minnie

—¡Bien!, entonces dime dónde guardan las vajillas

Entonces todo el día había marchado con parsimonia y calma, ver sus ojos vestidos de ilusión siempre fue reconfortante y escuchar su risa, armonioso, recuerdo haber escuchado de labios ajenos, que Seungmin había tenido que adelantar un par de trabajos para poder presentarse en mi casa para mi cumpleaños y eso le había costado días de estrés, también, si no mal escuché, aquella tarde ya había almorzado.

For no one | ChanminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora