¿Es tan malo sentir envidia?

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A nada de entrar a las vacaciones, las clases iban siendo más aburridas. Pero eso no quitaba la diversión a los estudiantes, quienes emocionados esperaban ya solo una semana para por fin terminar el colegio.

Muchos estaban haciendo planes con sus amigos, otros con sus familias y tampoco faltaban los que se inscribirán en algún taller o academia de verano.

Sin embargo, contrario al ánimo del resto, Perú se encontraba tumbado en su cama. En posición de estrella, miraba el techo, en especial en esa mancha que -podía jurar- tiene cara de Elvis.

Desvió su vista al sentir pequeñas patitas en su pecho.

- ¿Qué pasa, Richard? ¿Extrañas a tus papis? -sonrió y acarició con cuidado la cabeza del pollito quién cerró sus ojitos ante el tacto.

De un salto, Clara también se subió a su pecho. Se acercó lentamente a su mano y empezó a picotearla.

- jajaja ¡Ay, qué dolor! -dramatizó.

Asomó su otra mano para acariciar a Clara, lo cual funcionó ya que detuvo su feroz ataque.

El peruano no pudo evitar exhalar de la ternura que le daban ambos pollitos. Volteó a mirar a su lado; Urep estaba en su pequeña incubadora (cortesía de su padre Rusia).

Su sonrisa se fue desvaneciendo al recordar lo que le dijo Chile. Luego de aquella conversación, sintió curiosidad y le preguntó a sus demás compañeros al respecto. El chileno no era el único que tenía problemas con el olor de sus hijos. Teorizó que se debía a que ellos habían escogido un huevo que ya tenían en su casa, mientras que otros (incluyéndose) habían comprado el huevo un día antes o incluso el mismo día que debían llevarlo a la clase. Además, el cuidado influía mucho. Sin embargo, no podían evitar lo inevitable... Tarde o temprano, estos se iban a pudrir.

Y era consciente de eso...

Frunció ligeramente el ceño. Si tan solo hubiera comprado una incubadora antes... No, en realidad, nada le aseguraba que su huevo estaba fecundado. Lo de México fue pura suerte.

Sentía un dolor que no podía describir en el pecho. ¿Tal vez impotencia?  O quizá...

Envidia

Sacudió la cabeza para no tener ese tipo de pensamientos. No le gustaba sentir envidia y menos por su hermano. ¿No debería estar feliz de que él podrá tener a sus hijos por más tiempo?

No sabe cuándo detuvo sus caricias, pero los pollitos se encargaron de hacerle recordar, pues empezaron a picotear sus dedos otra vez.

Pudo volver a sonreír, incluso soltó una pequeña risa. Se acomodó de lado y puso a los pollitos cerca suyo. Solo se calmaron una vez tuvieron lo que querían.

Perú suspiró más calmado. Sí, sentía envidia de su hermano, pero no tendría razón para odiarlo ni nada parecido. Por el contrario, estaba dispuesto a ayudarlo justo como ahora que cuidaba de sus sobrinos.

- ¿Cómo estará yendo su cita?

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Nerviosismo era poco para lo que sentía Usa en este momento. Si bien ya había salido a solas con México anteriormente, esta era su primera cita oficial. No quería cagarla...

De hecho, había preparado una lista de las cosas que harían en la cita. Sí, hasta le puso hora a todo.

- Es una terrible idea -fueron las palabras de Perú cuando le presentó la lista en busca de su opinión.

Aprendiendo a ser padres (Rusper / Usamex)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora