La herida que sanaste

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- México, ¿puedo pedirte un favor? -preguntó el peruano con voz baja.

Su hermano lo miró fijamente, mas pocas veces podía descifrar la mente de Perú, y su vista regresó al frente.

- Dime

- ¿Podrías botar a Urep por mí?

La habitación quedó en silencio, ambos sentados junto al otro en la cama, sin mirarse. El mexicano se apoyó en sus brazos, miró hacia el escritorio donde estaba Urep. Una mirada indescifrable posaba en su rostro en lo que meditaba su respuesta.

- No -el menor apretó su mandíbula ligeramente- No creo poder, además... -se levantó y le hizo frente- ¿Estás seguro que eso quieres? Pensé que querías ser responsable y eso incluye serlo hasta el final

- No, yo... Ay, no sé ni para qué te pregunté, no lo entiendes

- ¿Qué es lo que no entiendo? -levantó una ceja.

- Nada... -miró incómodo a otro lado- ¿Podrías dejarme solo un rato?

- Perú -se acercó más al menor- ¿Qué es lo que no entiendo?

- Ya te dije que no es nada, no insistas

- No me iré sin que me lo digas

- ¿Por qué eres tan terco?

- Insisto porque realmente quiero saber

- ¡Bien! No lo entiendes porque tú sí tienes a tus hijos -su mirada bajó y su vista se distorsionó debido al líquido que se había formado en ambos ojos. Debía de callarse, lo sabía, pero su boca se movió más rápido que su cerebro- Cuando Richard y Clara salieron de su cascarón, pensé que tal vez... Urep también podría. Pero sin importar cuánto la he cuidado, no ha funcionado. Me he sentido celoso de ti por eso y lo siento, en serio. Sé que no debería sentirme así, pero aún si lo sé no puedo evitar pensar en lo afortunado que eres y comparar tu suerte con la mía...

El mexicano retrocedió un poco, dándole a su hermano el espacio que necesitaba, pero no dejó de mirarlo. Tanteó su bolsillo derecho en donde estaba su celular, solo desvío su mirada para observar la notificación. Todo fue tan rápido que el peruano no notó sus movimientos, de todas formas, él seguía con la vista abajo.

- Tienes razón, soy afortunado -se agachó y rodeó los hombros del menor con sus brazos. Perú se tensó un poco- pero no es una fortuna que debas envidiar...

El peruano bajó sus hombros y lo miró confundido, aunque sabía que el mayor no podía verlo pues este había escondido su rostro al abrazarlo. Debía hablar si quería preguntar a lo que se refería.

- ¿A q_

- Que mis hijos fuesen pollitos no estaban en mis planes para nada. Ni Usa se lo imaginó, estuvo tan nervioso el día en que nacieron que luego de recuperarse del desmayo, todo su cuerpo temblaba y decía cosas incoherentes -soltó una ligera risa- Yo también estaba muy nervioso... Lo sigo estando, pero cuando los veo se me derrite el corazón y siento que debo cuidarlos y protegerlos. ¿También te sentías así con Urep? -el menor liberó toda tensión de su cuerpo y asintió con la cabeza- Sí, se podría decir que tuve suerte... Pero eventualmente, Richard y Clara no estarán siempre conmigo... No es como que haya cambiado ese destino, solo se ha prolongado mi tiempo con ellos

- México...

El mayor le miró con una sonrisa tranquila. Mas Perú notó la tristeza en su mirada.

- Quiero disfrutar mi tiempo con ellos y cuando llegue... ese momento también quiero estar ahí y despedirme de ellos... Siento que si no lo hago, podría arrepentirme luego... ¿y tú? -tomó delicadamente las manos de su hermano- ¿Seguro que quieres que yo me encargue de Urep?

Aprendiendo a ser padres (Rusper / Usamex)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora