Capítulo VI

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Sasuke miró la escena ante él. Las esquinas de sus labios se volvieron hacia abajo. La hembra y el niño en sus brazos eran ingrávidos, pequeños y vulnerables. Las hermosas plantas a las que había sonreído originalmente de repente parecían demasiado grandes. ¿Las cabezas de las flores eran siempre tan grandes? Su ceño fruncido se hizo más profundo. Las montañas en la distancia estaban llenas de abismos: peligrosos y profundos abismos. La lluvia, cuando llegaba, era feroz para su tierna piel. Los habitantes eran insignificantes para él. La preocupación creció mientras enumeraba las amenazas. Nunca había pensado en este planeta como peligroso, hasta ahora. Después de todo, era un gran guerrero. La mujer y el niño que tenía en brazos no lo eran. Tenían protección cero, salvo él. Les cogió un poco más fuerte a medida que su comprensión más profunda de la responsabilidad se afianzaba. Eran suyos para que les cuidara hasta que regresaran a casa. Les necesitaba de una pieza. Su vena protectora no tenía nada que ver con la forma en que miraba con orgullo la ansiosa expresión de Deisuke. El muchacho era valiente. Las emociones de Sasuke tampoco tenían nada que ver con la forma en que había querido atravesar el campo de fuerza y llevar a Sakura en sus brazos. Sasuke no tenía miedo por ella, solo estaba preocupado.

Quizás esto no sea una buena idea después de todo. Los habitantes se dispersaron antes de que la nave aterrizara, sin duda viéndola precipitarse desde el cielo. Mientras estuvo a bordo, Sasuke estaba a punto de correr hacia Sakura y Deisuke antes de que la nave se estrellara contra la superficie, pero en el último momento, la nave se niveló. Sasuke se preguntó si tenía que ver con Sakura y sus nuevos poderes.

Deisuke estaba luchando en sus brazos.

- "No tengo dos años, bájame" - exigió.

Sasuke le soltó y puso a Sakura en pie. Podría arrebatársela en un abrir y cerrar de ojos si fuera necesario. Mientras Deisuke caminaba, la nave espacial de juguete le seguía, flotando muy cerca. Sakura se quedaba cerca de su hijo. Ella se dirigió hacia una flor de colores brillantes más alta que ella. La cabeza púrpura de la flor se inclinó hacia abajo. Sorprendida al principio, permitió que Sasuke la empujara hacia adelante, manteniéndose cerca. La planta era inofensiva pero enorme.

- "La flor quiere que la huelas" - dijo.

Sakura le miró sorprendida y luego se dirigió hacia la llamativa planta. Inhaló lo que Sasuke sabía que era una fragancia agradable. Una sonrisa encantada invadió sus rasgos. El corazón de Sasuke saltó, era hermosa cuando sonreía. Su mano, una vez herida, se levantó. Sasuke se sentía feliz de ver que no había ningún indicio de moratones.

- "Puedo oler a ciruelas" - dijo Sakura con asombro. - "Qué hermosa planta es esta.".

- "Observa".

Agradecida, la flor dejó caer en la mano de ella una pieza redonda de fruta de color púrpura, un regalo por su alabanza. Sakura levantó el objeto hasta sus labios y con un asentimiento de Sasuke, ella probó la ofrenda. Su sonrisa se hizo más profunda. Sasuke sabía que apreciaría el regalo. Sobre sus cabezas se formó una sombra. Lo que parecía ser una ballena nadaba a través del cielo. Tanto Sakura como Deisuke estaban inmóviles cuando la criatura pasó cientos de metros por encima.

- "¿Está viva?" - preguntó Deisuke.

- "No lo sé, pero trato de evitarlos durante el despegue y la reentrada. Hay unos pocos que deambulan por los cielos" - dijo Sasuke.

Una bandada de nubes nadaba en forma de medusas. Los tentáculos brillaban con una luz dorada. Saltaban chispas cuando las puntas hacían contacto entre sí. Sasuke se preguntaba si esa era la razón por la que la lluvia le crepitaba en la piel. Hizo una nota mental para no permitir que Sakura o Deisuke salieran bajo una tormenta. Pequeños dinosaurios sin pelo parecidos a pollos vinieron a mirar, curiosos. Las pequeñas criaturas tenían pezuñas diminutas. Sus picos eran cortos, sus pequeños graznidos anunciaban su presencia. Sasuke se hizo amigo de ellos antes, alimentándoles, nunca cazándolos. Eran inofensivos. Y lo que es más importante, eran desdentados. Uno chocó contra los pantalones de Deisuke. El chico se agachó para acariciarlo. La criatura se sentía en el cielo con esa atención.

SAKURA Y EL GUERRERODonde viven las historias. Descúbrelo ahora