Parte 1

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Para un economista recién egresado de la licenciatura la vida no era fácil, mucho menos cuándo tras años en paro laboral consigues jale en una empresa negrera. Así cómo le pasó al desafortunado Nanami. Y creyendo qué —Tener trabajo es mejor que no tener nada.— se esclavizó a sí mismo por nada más y nada menos que unos ocho mil pesos al mes.

Una mentada de madre a los derechos laborales si especificamos que, según su contrato, jalaba de seis a seis. Pero lo más temprano que saldría sería, con suerte, a las nueve.

Un buen día, ya cansado y bien asqueado de su vida, a las once de la noche se dispuso a caminar a una Bodega Aurrera cercana a su trabajo para obtener un sandwichito y un café, y de mínimo irse cenado a su casa. Sin embargo, el sándwich más económico que podía comprar —Y su favorito— ya no estaba en el mercado. Y decepcionado mejor se compró sólo un café aguado.

"Son treinta pesos ¿Tiene tarjeta de puntos?" Recitó con cortesía la cajera.

"No tengo, joven. Cóbreme con esta tarjeta, por favor." Respondió Nanami sacando su tarjeta de Banamex y sin decir más la cajera la pasó por el lector donde a los segundos con un pitido la tarjeta rebotó.

"Parece qué no trae suficiente en la cuenta."

El anuncio de la cajera puso la cara del hombre pálido más, no se atrevió a pedirle que la pase de nuevo por temor a quedar todavía más en ridículo con la fila que tenía atrás. Se apresuró a buscar en su cartera sus últimos cien pesos que llevaba encima desde la quincena pasada para pagar. Ya afuera, el infeliz oficinista cayó en cuenta que se había gastado lo último que tenía para el transporte por un café todo insípido.

¿Y ahora cómo iba a volver a su casa?

¡Papá Por Dos!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora