El bebé no para de llorar y Nanami lo sostiene en brazos intentando calmar su agudo llanto. Nada parece funcionar, busca a lo largo del cuarto de Gojo algo que pudiera funcionar.
Lo único que encuentra es algo que no puede darle a ningún bebé, un mini refrigerador lleno de skincare frío y unas botellas muy finas de cerveza oscura, con tapitas de aluminio, mira esa nevera, luego al bebé que no para de llorar. Parece que la noche será larga así que toma una de las botellas.
Conforme avanza la noche el bebé comienza a apaciguar su llanto y Nanami se ha terminado las cuatro cervezas que estaban dentro del refrigerador, intenta dormir, pero le es imposible. La maldita cama es demasiado cómoda, no como su viejo colchón que rechina cada vez que se mueve.
Se gira inquieto para ver al bebé que yace perfectamente dormido como solo podría un querubín, succionando su dedo pulgar. Coloca varias almohadas a su alrededor, tiene miedo de que ruede y caiga por la cama. Lo deja recostado de lado, volverá pronto solo necesita otra cerveza y un vaso de agua para dormir bien.
La casa es una cosa de locos, cuenta con algún tipo de sensor que enciende las luces conforme caminas así que no tiene miedo de bajar la escaleras. Una vez que consigue llegar a la cocina las luces están encendidas.
Gojo está sentado usando una bata azul cielo que parece hecha de alguna especie de peluche, probablemente sería muy cara y muy suave al tacto. Una de sus manos sostiene una botella de moet mientras que la otra sostiene una copa muy fina de bordes dorados.
"¿El mocoso ya se calmó?" Cuestiona Gojo mientras gira sobre su banco en la isla de cocina, para verlo de frente.
"Es sólo un bebé, es normal que se comporten así. Además es tan bonito cuando duerme, luce como un pequeño querubín". Menciona Nanami con cierta ternura. Qué rápido acabó encariñado, esto hace al ajeno enfurecer un poco.
"Ese escuincle", escupe con un chasqueo de lengua. "Nanami eres muy buena persona, lo pudiste haber ido a dejar a la policía y ya". Sé estira alcanzando con sus dedos otra copa, sirviendo la champaña sin siquiera preguntarle si quiere o no.
Dice algo lógico y Nanami se encoge de hombros al reflexionar sobre ello. No se le ocurrió. Pero al mismo tiempo, bueno, Gojo está pedo, probablemente él mismo también, ninguno lo va a recordar, por lo que le parece buena idea ser sincero.
Empieza a hablar tomando un asiento a su lado, sosteniendo la copa entre sus dedos "Trabajo demasiado, Gojo. Tal vez lo traje hasta aquí porque, no sé. Talvez no me gusta tanto que en las pocas veces que llego a casa a dormir, siempre estoy solo ahí".
Gojo frunce el ceño de nuevo. Con los codos sobre la mesa deja caer su mejilla en la palma de su mano.
"Si te sentías taaan solo, tal vez yo podría ser una compañía más agradable. Pero no lo sabrías porque nunca me diste la oportunidad". Incluso en este momento saca ese tema de nuevo. Sus ojos por primera vez, desde que comenzó la noche, no lo miraron. Jugueteo un poco con su trago y lo bebió todo de un largo sorbo.
Nanami lo hubiese mandado a la mierda ahí, de hecho poco tardó en levantarse. Sin embargo la mano que se sujetó a su camisa se lo impidió.
"¿qué hay de malo conmigo? Siempre parece que me huyes, ¿Acaso me odias tanto?" Su tono sonaba triste y vulnerable y lo miraba con esos grandes ojos cristalinos que casi parecían apuntarse así mismo como el último cachorrito que queda en la caja, aquel que nadie quiere adoptar.
Nanami suspira prefiriendo cambiar el tema. Porque si va por ese hilo nunca va a terminar de enlistar esos terribles defectos.
"Ya. ¿Qué hiciste con tu vida después de la preparatoria? Parece que vives la buena vida" ahora él es quien llena la copa ajena en un intento de cortesía hacia su anfitrión.
ESTÁS LEYENDO
¡Papá Por Dos!
HumorNanami está a punto de descubrir los límites de su paciencia, el precio de la leche nido y cuán poco es su amor al prójimo.