"¿Nos?" Nanami levantó la ceja con extrañeza, sonándole a que esa palabra denotaba multitud
"Pues sí. Tú lo encontraste y yo te ayudo. Ya qué nos queda que cuidarlo hasta que el DIF vuelva a atender"
Gojo se inclinó al lado de Nanami extendiendo los brazos hacía él , teniendo cierto interés en eso que había hallado. Le recordaba cuando en la secundaria pidieron parejas para cuidar un huevo, lastimosamente, a él y a su compinche de esos días les pusieron cero: Satoru echó el huevo a su morral un viernes y el mismo lunes sacando el Atlas descubrieron el destino del hijo postizo.
Aún sin estar al tanto de tal descuido, la mirada del ajeno fue seria, casi acusadora mientras abrazaba al pequeño como protegiéndolo por instinto de una amenaza mortal.
"¿Cómo crees que vas a saber cuidar un bebé?"
"Ni que fuera tan difícil", afirmó elevando los hombros. "Algunas veces cargué a las hijas de mi compa, ya tengo experiencia suficiente"
Nanami arrugó el rostro convencido de que era una idea terrible.
"¿De verdad crees que podrías cuidarlo?" Le preguntó de nuevo, como siempre, este sujeto era una mala opción. Pero, sí mismo con su horario mal hecho tampoco podría hacerse cargo solo. Tenía que seguir trabajando hasta el domingo pues era su único día libre ya que, de mínimo, su jefe era cristiano.
"¿Qué es lo peor qué podría pasar?" Insistió Satoru.
"Sí, qué es lo peor que podría pasar..." Repitió Nanami, entregándole a la criatura que ya se había calmado, intentó creer que Satoru estaría capacitado. Después de todo, ambos ya eran adultos de veintitantos años.
Pero su confianza le había fallado. En menos de dos segundos el bebé se le había resbalado de lado y el güero a penas logró atraparlo por una pierna antes de que cayera al suelo de milagro.
Una sonrisa nerviosa se formó en los labios de Satoru, evitando la mirada juzgadora que lo apuntaba.
"..."
"..."
"¿Sabes qué? Mejor si te ayudo. Pasa para acá" Sentenció Nanami.
Si antes no podía dormir tranquilo dejando a esa criatura solo, ahora, si se lo dejaba a Gojo no podría dormir jamás en paz ¿Pues cómo? Si en dos segundos le demostró que era capaz de matarlo por error.
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¡Papá Por Dos!
HumorNanami está a punto de descubrir los límites de su paciencia, el precio de la leche nido y cuán poco es su amor al prójimo.