Satoru no lo había planeado de esa manera, pero no iba a quejarse. Al menos no por ahora, el plan estaba avanzando a pesar de no ser perfecto.
El tiempo pasó bastante rápido, ya era de noche y no había llegado ningún mensaje del otro lado, pero la mesa ya estaba servida, de hecho fría. Estaba sentado, golpeteando el suelo con el pie al ritmo del segundero del reloj en la pared. El mocosillo estaba con él en la mesa, sentado en una silla para bebé mientras masticaba la tetina del biberón que hace una hora había vaciado.
Con decepción, empezó a servirse una ración cuando no pudo más con la espera y el hambre. Unos minutos después el teléfono de la casa suena interrumpiendo el chocar de los cubiertos contra el plato, el guardia de la garita quiere confirmar si está esperando alguna visita.
"Buenas tardes señorito ¿Espera visita o necesita que llame a la patrulla?"
"Señorita su nieta, Filomeno a partir de hoy dirígete a mí como señor"
"Sí señor, aunque debo de insistir con la patrulla. No es por ofender, pero esta visita se ve así como de otro código postal"
"Filomeno de otro código postal tu chevy de los 80 y si lo quieres conservar vas a dejar entrar a mi visita, es más dirígete a mi David como Patroncito de una vez", Gojo no duda en exigir que lo deje pasar de inmediato. Cuando cuelga el teléfono decide arreglarse un poco frente al gran espejo del recibidor.
Acomoda su camisa, se rasca la cabeza para peinarse un poco y finalmente, se toma el tiempo de arreglar su bálsamo de labios. Se mira en el espejo varias veces, asegurándose de verse perfecto.
De repente, oye el sonido del motor de una moto a lo lejos. Satoru inmediatamente se dirige hacia la puerta, esperando impacientemente a que llegue Nanami. Pero no le gusta lo que ve al otro lado de los vidrios tintados.
Nanami no vino solo. Viene de copiloto en una moto, demasiado abrazado a quién sea que esté conduciendo. Gojo toma un respiro profundo, a la vez que se remanga la camisa antes de salir.
Nanami baja de la moto, con una mochila en la espalda. Se había regresado a su casa en la colonia La Araña a ducharse y traer algunos cambios de ropa. Cuando se quita el casco para devolver, sigue con el pelo mojado y hacia abajo.
"Gracias por el aventón, Haibara. Y también por los tacos. Déjame que te invite algo cuando vuelva a pescar trabajo"
El castaño deja salir un silbido de admiración, contemplando la espaciosa calle, así como las amplias casonas. Le sorprende lo separadas que están entre sí, pero tienen un patio delantero amplio que seguro estaría bueno para armarse unas carnitas.
"Órales, no hay de qué, además, yo nunca me había metido por estos lados tan nice." Él recibe el casco, colgándose del brazo. Alegremente, le da un pulgar arriba a su afortunado amigo. "Que bien por ti, que pasaste del barrio a señor de las Lomas."
Nanami se encoge de hombros, ligeramente apenado.
"No, Haibara. Yo no me estoy mudando para acá, solo son unos días, y ya sabes que..."
Antes de terminar la frase, Nanami nota a Gojo acercándose a ellos con una sonrisa que no le agradó nada.
"¡Hola, amorcito!", saluda Satoru, abriendo los brazos para apretarlo con fuerza. A Nanami una ceja le baila sobre el ojo solo con oír su voz "¿Por qué te tardaste tanto en venir? ¿Es que ya no me quieres? ¿Por eso no me respondiste los mensajes?¡Estaba esperándote para cenar juntitos! Me sentía muy solo sin ti..." La mano del albino, en su espalda, sube lentamente hasta su cuello, acariciándolo mientras mantiene una mirada de cachorro abandonado en la calle.
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¡Papá Por Dos!
HumorNanami está a punto de descubrir los límites de su paciencia, el precio de la leche nido y cuán poco es su amor al prójimo.