Ratona de Biblioteca

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Era una situación extraña que Shuu la invitara a la biblioteca, sobre todo porque su madre pasaría por ella para ir de compras... No era raro para Urano que tanto su madre como su mejor amigo la arrastraran de aquí para allá, sin embargo, seguía siendo extraño.

Caminó con Shuu hacía la biblioteca pública. El clima era agradable y había un buen ambiente... Ella necesitaba recargar sus baterías, sobre todo, porque estaba segura de que su madre la haría pasar un martirio esta tarde...

Cruzó el umbral de la biblioteca solo para que el agradable olor a tinta y papel llenara sus fosas nasales. El aire acondicionado mantenía el área a la temperatura perfecta. Su vista se desvió al dar el primer paso dentro de la biblioteca. Un trípode con el anunció de que el segundo libro de la trilogía de fantasía que había leído hace algunos meses ya estaba disponible.

No lo dudó ni un segundo y se alejó sin que Shuu se diera cuenta. Él la encontraría después, ella estaba segura de eso. Sin el más mínimo atisbo de culpa se separó de su amigo.

Las personas que ya estaban acostumbrados a verla le sonrieron con calidez, mientras ella se abría paso hacía los estantes. Tomó el segundo volumen y lo abrió, olió sus páginas y fue suficiente relajante como para que sonriera tontamente.

Se fue a su cubículo favorito, solo para encontrase con la sorpresa de que estaba ocupado, sin embargo, eso no la desanimó y camino hacia la larga barra con vista hacía el ajetreo de la ciudad y tomó asiento.

Se sumergió dentro del mar de letras. El crujido del asiento a su lado la distrajo y levanto la vista para ver al culpable. Era un chico apuesto de cabello y ojos negros.

Ella le frunció el ceño por una fracción de segundo, sin embargo, decidió dejarlo en paz... Era alguien desconocido y sin importancia, ignorarlo era la mejor ruta.

Ella ni siquiera notó el momento en que el extraño había partido. Revisó su celular solo para encontrar un mensaje de Shuu diciendo que tuvo un asunto urgente que atender.

Continuó con su lectura una vez más, esperaba poder terminar el libro antes de que su madre apareciera y la sacara de ese maravilloso mundo, sin embargo, la diosa de la fortuna parecía no estar de su lado en este fatídico día.

Urano estaba por terminar el libro que estaba leyendo cuando detuvo su lectura, sobresaltándose al ver a su madre sentada a su lado.

"Mamá"

"Urano, hoy iremos a comprarte ropa ¿lo olvidaste?" preguntó con tristeza.

"¿Por qué necesito ropa nueva? Hace poco que compré algunos pantalones y camisas, no necesito más."

Había seguido a su madre por costumbre, deteniéndose para pagar. Pronto ambas se encontraron fuera de la biblioteca.

"Tu cita, Urano. Prometiste que no faltarías. Debemos buscarte algo lindo para..."

"Mamá, entiendo que estas preocupada y agradezco que hagas esto por mí, pero, ¡mírame! No hay nada en mí que llame la atención de un hombre" sé río "soy un ratón de biblioteca."

"Esto funcionará, para ti y para él, estoy segura" sonrió su madre tomándola de la mano antes de arrastrarla al lugar de su martirio.

Caminaron por las calles hasta llegar al centro comercial.

Urano se sentó en un banco con su libro aun abierto. Su madre le había prometido que no se quedaría sin nuevos libros para leer durante la semana previa a su cita, la única condición era que debía esforzarse, esto incluía la ropa. La rutina siempre era la misma, ella elegiría el primer vestido que encontrara y su madre buscaría algo que, según ella, se le vería bien, así que para no perder tiempo, dejó de intentar elegir algo por sí misma muchos años atrás.

Un Último DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora