Hoy todo me salió mal, no digo que haya sido el peor día de mi vida pero... ¿Viste cuando nada te sale bien en todo el día? Bueno, algo así me pasó hoy.
Cuando me levanté, había una ruidosa y oscura tormenta, el viento era tan fuerte que desde el departamento escuchábamos como silbaba, además llovía con muchísima fuerza, mi abuela siempre solía decir que parecía que iba a caerse el cielo, o que con tormentas así terminaría por acabarse el mundo. Dejando de lado las analogías, vamos a lo que nos compete, no podía conseguir un puto taxi para ir a la facultad, Julián no se había levantado todavía así que, calculo que no iba a ir.
— Por favor, como llueve.— Julián tenía voz de dormido y parecía muy relajado para la hora que era, la verdad. Encima no podía creer que estuviera tan relajado cuando yo estaba a punto de morir de un ataque de nervios, el problema no era faltar, el problema era que quería esa beca con todas mis fuerzas, al igual que mis compañeros creo, y entonces no quería ninguna mancha en mi legajo para que sea fácil entregármela.
— Ni me lo digas, estoy tratando de conseguir taxis hace como una hora. — Mi tono de voz era cansino y casi sin paciencia, de los nervios parecía que en cualquier momento iba a doblar el celular de tanto que lo estaba apretando.
— A la mierda los taxis, yo te llevo.— Sonreí agradecida, pero seguía teniendo pánico porque Julián todavía estaba en pijama, despeinado y sin desayunar, definitivamente él no estaba consciente de la hora que era.— A todo esto, ¿qué hora es? — Casi se infarta cuando vio que el reloj del televisor encendido decía que eran las siete y cuarto, mi primera clase del día era en una hora básicamente y teníamos que cruzar media ciudad.
— ¿Preparo el mate y vamos tomando en el auto?, digo así desayunamos.— Mi pregunta era más para apurarlo a cambiarse y despabilarse, porque seguía parado en el medio del comedor mirando a un punto fijo.
— ¿No desayunaste?— Preguntó con la mirada fija en el piso de madera del suelo, como si su cerebro estuviera tratando de agarrar señal, no sé qué me estaba poniendo más nerviosa el hecho de llegar tarde, de no haber conseguido taxi o que él no reaccionara.
— No, te estaba esperando a vos, pero creo que te quedaste dormido, sinceramente creí que no ibas a ir.— Después de responder, me levanté del sillón soltando el celular y fui hasta la cocina para poner el agua y guardar las cosas que íbamos a llevar, supongo que guardaríamos el equipo de mate en el auto porque yo no pensaba andar de acá para allá con algo que no combinara con el outfit que elegí esta mañana.
— Tengo que dejar de jugar hasta tarde.— Escuché que se quejaba desde la cocina y rodé los ojos, ojalá pudiera dinamitar esa maldita Play station, aunque tal vez el problema no era el aparato, si no, los hombres que se idiotizaban con él.
Y así fue como en el camino fuimos tomando mates, y yo siendo la cebadora oficial de estos, de fondo sonaba la música de la radio que encendía cada vez que Julián prendía el auto, era muy fan de manejar con música. Me acuerdo que antes solíamos cantar a todo pulmón, bailar, intercambiar besos y hasta adivinar cuál sería la siguiente canción que sería emitida.
Y ahora paso a comentar la siguiente cosa que salió mal en mi día, las puertas de la clase ya estaban cerradas porque, evidentemente, a pesar de nuestros esfuerzos, llegué tarde igual... Y para mí no había nada peor que entrar a una clase empezada porque todos te miraban, incluida la profesora, además si me permite agregar, la profesora de esta cátedra cerraba la puerta para simbolizar que no toleraba las llegadas tarde y que si cuando llegabas, ya estaba cerrada, entonces no podías pasar.
Y la tercer cosa que salió mal, bueno, de todas formas no sé si fue tan así porque esto pasa muy a menudo, que Jimena se equivoque en el pedido de la cafetería. Después de mucho meditar, llegué a la conclusión de que no me iba a quedar sentada frente a la puerta, todavía algo de dignidad me quedaba, así que, decidí ir a la cafetería en lo que pasaba el tiempo para mi siguiente clase.
ESTÁS LEYENDO
30 días para recuperar(ME).
Novela JuvenilJulián Ortega y Evaluna Herrera, dos personas separadas por la falta de comunicación, de confianza, de tiempo, de un factor desencadenante pero nunca por falta de amor. ¿El factor desencadenante? Una mentira.