Hoy por la mañana fue uno de esos días en los que odio existir, primero porque es Lunes y segundo porque siento que va a empezar el motivo de mi estrés durante meses.
Eran las siete de la mañana y el primer día de facultad, para agregarle algo de motivación a mi primer día, decidí ponerme la ropa más linda que tenía y maquillarme mientras pensaba en como arreglar este caos de horarios que tengo, de ahora en más podría estudiar en la mañana, trabajar en la librería en la tarde y ver en qué hueco puedo meter las preciadas sesiones de terapia.
El timbre sonó y me sobresalté casi metiendo el pincel de la máscara de pestañas en mi ojo, el problema es que mi cerebro sigue en modo vacaciones y yo estoy media dormida. Al escuchar el escándalo ruidoso de la sala, supe de quienes se trataba, porque el ruido los define y los identifica.
-Dios, qué hacen acá.- Escuché desde la habitación el tono malhumorado de la voz de Julián y lo entiendo, quien tiene tanta energía a las siete de la mañana, por Dios. Terminé de limpiar el desastre que me hice con la máscara de pestaña y salí de la habitación con la mochila al hombro para evitar un desastre peor, como que los eche a todos de casa.
-¡Hola Lunita!- Exclamó Felipe con tanta energía que parece que hubiera desayunado una mezcla de café y coca-cola juntos, no alcancé a responder que enseguida se metió en la cocina, seguro a buscar el mate y las galletitas favoritas de Julián, hablando de él, no me hace falta mirarlo para saber que va a sufrir un colapso nervioso, odia desayunar con personas así. También puedo agregar lo mucho que yo odio que me llame "Lunita", ya que, no es mi nombre, pero entendí que lo va a seguir haciendo porque su existencia consiste en fastidiar a sus amigos.
-Hola a vos también, antipático.- Victoria saludó a Julián con un beso en el cachete y se sentó en el sillón.- Vinimos porque planeamos hacer faltazo a la facultad, me niego a volver a ese lugar tóxico, lleno de estrés y ansiedad.- Arquee una ceja de manera desafiante, porque de Victoria me puedo esperar cualquier cosa, ella se relaja con absolutamente todo y vive sin preocupaciones, dice que todo le da absolutamente igual.
-Que faltazo ni faltazo, es el primer día de clases y vamos a asistir como corresponde.- Y ahí salió la Evaluna mandona que llevo dentro, la facultad me estresa, pero no podía dejar de ser responsable y más sabiendo que este año sí tenía buen desempeño podría haber un lugar para una beca de intercambio en donde pueda estudiar diseño de modas y trabajar de pasante, en cualquiera de las ciudades más importantes de la moda que elija.
-En realidad vinimos para que Julián nos lleve.- Confesó Iria tirando la mochila al piso con hartazgo, si había algo qué ella odiaba era viajar en colectivo en hora pico, decía que había que ir parados, apretados y con calor, por eso la ponía muy de mal humor asistir a la facultad, yo creo que si las clases fueran virtuales, ella estaría encantada.
Mientras Julián desaparecía en el baño, fui hasta la cocina para controlar que Felipe no destruya ni queme nada, pero por fortuna está acomodando las facturas que compró en una bandeja mientras espera que hierva el agua.
-¿y en qué vinieron hasta acá? - gritó Julián desde el baño, sospecho que tenía la puerta abierta para no perderse nada de la conversación, y deduje que se iba a cepillar los dientes, porque él es muy celoso con su privacidad y no nos haría pasar un mal momento estando en el baño con la puerta abierta.
- En colectivo, pero no estuvo bueno el viaje, entonces nos bajamos antes porque estábamos hartos de viajar enlatados como sardinas.- respondió de la misma manera Felipe mientras trataba de agarrar la bandeja con las facturas y el mate.- Gracias, puedo solo.- El sarcasmo tiñó su voz al ver que yo estaba parada en la cocina mirando como hacía malabares, pero en realidad estaba mirando a la nada.
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30 días para recuperar(ME).
Novela JuvenilJulián Ortega y Evaluna Herrera, dos personas separadas por la falta de comunicación, de confianza, de tiempo, de un factor desencadenante pero nunca por falta de amor. ¿El factor desencadenante? Una mentira.