Día 5.

9 3 3
                                    

Hoy en principio me sentí como la canción "Today was a fairytale" de Taylor Swift fueron momentos hermosos, que me hicieron revivir cosas, recuerdos, sentimientos...

—¡Julián no!.— Exclamé alargando la "o" cuando él me manchó con un poco de salsa la cara, estábamos preparando ñoquis de calabaza y papa, ya habíamos hecho los ñoquis y yo le embarré la cara con harina, ahora él se estaba vengando con la salsa que estábamos terminando de hacer, y creo que ya todo se nos estaba yendo de las manos.—

— ¿Por qué no?, no seas aburrida, aparte tómalo como una venganza de mi parte.— Él rió poniéndome otra pinta de salsa en la cara mientras yo gritaba como si me estuvieran masacrando, estos momentos son los que me hacen ponerme a pensar que es gracioso, buen amigo e incluso, mentiría si dijera que estos momentos eran los que me hacían seguir adelante con la relación y amarlo cada día más.

— Porque me vas a manchar mi ropa de diseñador y es muy importante.— Él arqueó una ceja y me miró incrédulo, yo nunca solía ser así, pero esta vez pensé que una bromita no iba a estar de más, prometo que tenía un buen remate.

— ¿Quién se supone que es el diseñador más importante? Materialista. — Me acusó y dejó otra mancha de salsa en mi cara, me siguió viendo con expresión incrédula, lo cual, lo hacía todo mucho más gracioso para mí.

— Yo.— Los dos empezamos a reír incontrolablemente por mis aires de grandeza y esta vez iba a ser mi turno de ponerle salsa, pero él fue más rápido y me mordió el dedo, nuestra risa se hacía cada vez más fuerte, en cualquier momento un vecino nos iba a tocar timbre para quejarse, aunque, siendo sincera, ni cuando veníamos todos y hacíamos todo el ruido posible se quejaban, así que, lo dudo.

Quiero volver a repetir lo que mencioné anteriormente, que en estos momentos donde nos encontrábamos riendo, bromeando y haciendo juntos el almuerzo, es cuando pienso y siento que lo nuestro pudo haber sido perfecto, y ya sé que la perfección no existe pero perfecto a nuestra manera, y soy capaz de imaginarme con el resto de mi vida así, pero también está la otra parte, la parte en la que recuerdo que él arruinó todo cada vez más y más. Yo le hubiera podido perdonar todo, de hecho, era capaz de perdonarle cualquier cosa, si hubiera visto que él tenía voluntad de arreglar las cosas, si no la hubiera complicado tanto hasta formar una semejante bola de nieve que nos arrastró a ambos.

— Espero que estos ñoquis estén a la altura de esta diseñadora famosa y súper importante. — Bromeó sirviendo la comida, afortunadamente habíamos logrado el reto de cocinar sin quemar la cocina o mayores incidentes, mi fuerte eran las respuestas sarcásticas, así que, no me quedé atrás.

— Obviamente, van a estar a mi altura, si los hice yo. — Él soltó una carcajada y negó con la cabeza para después dar el primer bocado. Afuera llovía muchísimo, así que, habíamos recurrido al plan de días lluviosos, cocinar juntos, almorzar pasta con postre y terminar con una película y palomitas, el problema fue que olvidé que tendría que ser yo quien eligiera la película.

—¿Tu talento para atajar palomitas sigue intacto?— Pregunté con diversión, porque si voy a ser sincera la película elegida por Julián, no solo era malísima, si no, también era súper, híper, mega aburrida.

— Probame.— Respondió arqueando una ceja, y ahí tuve la excusa perfecta para dejar de prestarle atención a la película y concentrarme en hacer entrar las palomitas en su boca, pero creo que después de tanto tiempo sin práctica se había vuelto malísimo, de las diez que le tiré, atajó solo cinco.

—Sos malísimo.— Me burlé con una risa mientras trataba de hacer que atrapara más, pero me estaba resultando imposible.

—¿Cómo osas decir eso?— Dramatizó alargando las "o" ofendido.— Me cuestionás a mí cuando sos vos la mala lanzadora.— Acusó nuevamente poniendo cara de este remate a tu acusación es perfecto.

— ¿Y según quién? ¿Según vos? Todas excusas para no aceptar que sos un mal arquero. — Respondí y su respuesta fue agarrar un puñado de palomitas y tirarlas contra mi rostro, sabía que eso era porque yo había ganado el debate y él no tenía más que decir.

—Nunca creciste.— Bromeé y otra lluvia de palomitas cayó sobre mí, entonces me defendí vaciando el bol (quedaban unas pocas) en su cabeza y poniéndole el mismo de sombrero, lo que nos hizo reír, estoy segura de que este departamento no estaba acostumbrado a escuchar risas en tantos momentos del día, y si nos vieran nuestros amigos, se quedarían de piedra, no lo podrían creer.

— ¿Qué nos pasó?— Preguntó con la vista fija en mi rostro, podía distinguir la amargura en su tono de voz, este era un tema que me dolía, una herida que sangraba de vez en cuando y como no podría ser de otra manera, mi dolor decidió hablar por mí esta vez.

— Aún intento descifrar eso, ¿Sabés? Que se te pasó por la cabeza al mentirme, me sentí estúpida, humillada, pensando en el hecho de que había hecho mal para que me mintieras así. Y sí, voy a tocar otra vez el tema, porque al no tener todas las respuestas es algo que obvio me cuesta sanar, avanzar y perdonarte.— La última palabra salió de mi boca casi como un susurro, seguro pensarás que mis ojos estaban llenos de lágrimas y que miraba al piso para ocultarlos, pero esta vez es todo lo contrario, de tanto llorar me había secado y en su lugar tenía mucho valor de mirarlo fijamente a la cara para descifrarlo o estudiar atentamente su reacción, pero él solo se sacó el bol de la cabeza y suspiró, calculo que entendiendo que se había metido en un terreno delicado.

— Nunca fue mi intención que te sintieras estúpida y humillada, lo juro.— Esta vez supe que está siendo sincero, lo notaba en su expresión facial, en su tono de voz, en sus ojos, pero eso no era suficiente, de qué me servía su sinceridad ahora si cuando la necesité no la tuve.

—Nunca fue tu intención, sin embargo, lo hiciste, siempre cuando lastimas a alguien, lo hacés sin intención y eso termina lastimando a la gente que te rodea. Tu mentira no solo me alcanzó a mí, sino a tu familia, a la que seguro no le explicaste nada como a mí.— Mi voz se terminó por quebrar en la última frase, porque pensé en que tal vez no era la única que se sentía así, que había hecho daño a mucha gente, y tal vez su familia se lo merecía, pero yo no, vi sus ojos llenarse de lágrimas, como los míos cada vez que hablaba de este tema con alguien o con él.

—¿Podemos dejar de hablar de esto ahora? La estábamos pasando bien y te juro que cuando encuentre el momento voy a explicarte todo. — Ese cambio repentino y brusco en su tono de voz, en su forma de ser cuando tocábamos el tema es el que me enojaba, porque se hacía el tipo duro y prefería romper todo en vez de arreglarlo.

— Por buscar el momento adecuado es por lo que tu mentira se hizo una pelota de nieve gigante que llegó lejos, además decime Julián, ¿Cuándo será el momento? Terminamos hace 6 meses y pasaron muchísimos momentos, te di muchísimas oportunidades de aclarar las cosas y preferiste el silencio, yo ya me cansé de esperar, de esperarte. — Había firmeza en mi voz, pero también cansancio, y la verdad es que ya no esperaba que me dijera algo después de esto, solo quise desahogarme un poco, y lo voy a ir haciendo en la medida que lo sienta o que él me lo permita.

— Creo que esta película es muy aburrida, deberíamos buscar otra. — Volvió a cambiar rotundamente de tema, haciéndome sentir ignorada y no escuchada, por ende me levanté del sillón, me sacudí las palomitas y me retiré a mi habitación porque recordé que había permitido poner todo de mí para no discutir más y estar en un ambiente lo más sano posible.

30 días para recuperar(ME).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora