Día 1.

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Hoy doy oficialmente inaugurada la parte tres del plan de Felipe, casi las nueve, la mañana cuando me hice presente en el departamento de Julián, junto con nuestros amigos, sí, los arrastré a ellos porque no quería la incomodidad del primer día y necesitaba que alguien me ayudara con las cosas que traía.

— ¿En dónde crees que vamos a meter todo eso Evaluna? — Y así fue el cálido saludo de mi exnovio, obviamente es sarcasmo, pero hoy yo tampoco estaba de buen humor y no quería darle la satisfacción de pelear, porque su tono estaba cargado de eso. Encima era exagerado, eran cuatro valijas y tres cajas con apuntes de la facultad. Dado que empezábamos a cursar este mes nuevamente, todo lo que traía conmigo de vital importancia para hacer más fácil la supervivencia un mes. — ¿planeas quedarte a vivir acá o qué? — Volvió a cargar en contra de mí al ver que yo no respondía, y ahí recordé el hermoso mal humor que Julián tenía en las mañanas, pero como dije anteriormente, yo no le iba a dar el gusto de pelear.

— Lo vamos a poner en algún lado, te dije cientos de veces que sos muy desordenado y si las cosas estuvieran en su lugar habría más espacio. — Repliqué con el mismo tono que él había utilizado y dejaba las cosas en el recibidor, nuestros amigos rodaron los ojos creyendo que iban a pasar por un nuevo momento incómodo protagonizado por ambos, pero yo no estaba dispuesta a darles la razón.

— Pero, ¿es en serio? ¿Cuatro valijas y tres cajas? — Volvió a preguntar, y eso hizo que yo rodara los ojos con fastidio, era apenas el primer día y estaba siendo completamente insoportable. A veces solía ponerse así cuando venía los fines de semana y quería ordenar semejante desastre. Él parecía insistir en provocarme para discutir, pero no iba a caer en esa situación, cuando me di cuenta nuestros amigos habían desaparecido y yo suspiré. Ese había sido un muy buen comienzo. En mi búsqueda por las personas que me acompañaron, encontré a Victoria fumando en el balcón y charlando junto a Iria, en la cocina escuché las risas de Brisa y Felipe, que aparecieron con el mate y un paquete de galletitas, las únicas que hay en esta casa, por cierto. — Agarren tranquilos, como en su casa e ignoren mi presencia, que no me molesta. — Admito que esto se me hizo tedioso porque nadie tenía por qué aguantar su malhumor, su sarcasmo y sus malos tratos, así que decidí que había sido momento de ponerle un alto para que se quedara en el molde.

— Primero; Háblame bien porque yo te estoy hablando bien, segundo; traté de traer lo mínimo que pude, todo es de vital importancia, y cosas que voy a necesitar a futuro, y tercero; Trátalos bien, vos los acostumbraste a que tu casa era su casa, así que, no te quejes. — A pesar de que un huracán estuviera pasando por mi mente y que tuviera ganas de gritarle en mil idiomas distintos, mi tono de voz fue tranquilo para que sintiera que no lo estaba atacando y dejara de ponerse en plan combativo.

— Yo no soy Evaluna, a mí trátame bien o te bajo todos los dientes.— Yo quería mucho a Felipe, pero no sabía en qué momento dejar de hacer chistes, como en este momento. Él tenía un humor tan pesado que solo lograba irritarnos más. — Con Brisa decidimos que era mejor preparar el desayuno mientras ustedes discutían que quedarnos a mirar una película repetida y poco interesante. — La ronda de mates empezó, siendo Brisa la cebadora de mates dulces y horribles, lo tengo que admitir. Estoy buscando las palabras para describir la relación de Bri y Felipe, según me contó Julián se conocen desde muy chicos, ellos tres son amigos de la infancia de él y se sumaron a nosotras, así fue como terminamos formando una amistad de seis personas muy unidas, igual creo "amistad" no es el término exacto para definirlos a ellos, según yo, ambos estaban en una relación secreta, igual no soy capaz de confirmarlo porque daban señales confusas, es decir, a veces estaban tan pegados que parecían ser pareja y amarse mutuamente, pero otras peleaban y discutían en demasía, porque Felipe se pasaba de pesado molestándola y la hacía enojar.

Me hubiese encantado decir que entre los mates, chistes y risas a Julián se le pasó el malhumor, pero la verdad es que no fue así y la incomodidad empezó cuando él terminó invitando a nuestros amigos a retirarse amablemente y se encerró en su habitación pegando un portazo.

Obviamente, no iba a esperar a que se le pasara el malhumor, el berrinche o lo que sea para acomodarme y empezar a organizar el departamento, que era un caos. Mi plan era empezar por llevar mis cosas a la habitación que antes había pertenecido a Uma, la hermana de Julián, que ahora vivía en el exterior y después empezar con la limpieza, porque yo no iba a vivir durante un mes en este basurero.

Según yo, antes solía venir una chica una vez a la semana a limpiar el departamento, pero creo que eso dejó de pasar después de la pelea familiar de Julián y bueno, él siempre fue bastante desordenado y no estoy diciendo que sea sucio, porque los pisos brillaban siempre y no había una partícula de tierra en sus muebles, la ropa siempre impecable... El problema de él era que siempre había ropa, hojas de papel y cosas por todos lados, o mejor dicho, en lugares que no tenían que estar.

Al entrar en la habitación autodesignada como mía sentí como si el tiempo no hubiera pasado, la habitación estaba completamente intacta tal y como la había dejado Uma, aunque siendo sincera no creo que ella haya decidido dejarla con tierra y olor a humedad. — ¿Qué se supone que estás haciendo? — Pegué un salto al escuchar la voz de Julián, me encontraba de espaldas y estaba luchando por abrir la ventana, evidentemente le faltaba un poco de aceite, igual por las descripciones de Felipe, creo que esta seguía siendo una mejor habitación, él me comentó que después de nuestra ruptura la habitación de Julián estaba sucia, olía feo y entraba muy poca luz, básicamente creo que ese es el motivo que me detiene para entrar a su habitación.

— Solamente tenés dos habitaciones, una tiene que ser mía ¿O esperabas que durmiera en la cocina como cenicienta? — Bromee intentando sacarle una sonrisa, al menos mientras seguía luchando con la bendita ventana que no quería ser abierta.

— No bueno, esperaba que al menos me hubieras preguntado donde ibas a dormir. — No pude descifrar bien su tono de voz, pero me frustró porque estaba con esa actitud desde hoy en la mañana, después de haberme perseguido seis meses para que intentáramos algo, igual yo no estaba dispuesta a quedarme callada, se comportaba como si esta situación fuera mi culpa (con mucho énfasis en la palabra mi), cuando era todo lo contrario. — Y no salgas con que esta situación es mi culpa, no hace falta que me recuerdes a cada rato que te mentí porque lo sé perfectamente, harto estoy. — Se acercó a mí y de un tirón abrió la ventana de la habitación, luego de eso salió en silencio y yo preferí no darle más importancia y empezar a poner en condiciones la habitación, más que nada, porque este iba a ser mi refugio en estos días complicados.

Me decidí a poner música para levantar este ambiente y que se lleven las malas vibras y todo eso que siento que pesa en el ambiente y así fue como cuando estaba terminando de armar el maniquí que estaba en la última caja, aparece Julián nuevamente y me vuelve a causar un microinfarto. — Evi, pedí pizza con dos latitas de coca-cola, en quince llega, ¿te querés ir lavando las manos? — Soltó una risa al ver que salté del susto.

— Cualquier día me vas a matar de un infarto, ¿sabías?— Él negó con la cabeza y salió de la habitación sin responder, y yo solté una pequeña risa. Hace mucho no me llamaba Evi, mentiría si no dijera que algo dentro de mí se movió, porque así fue... Y aunque la comida fue silenciosa con solo el ruido de la televisión de fondo, esta fue la primera interacción que tenemos sin pelear y se sintió tan espontánea que me hace tener fe en los otros 29 días que nos esperan y pienso que tal vez podamos lograr algo bueno.

30 días para recuperar(ME).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora