Stirlyng [BORRADOR]

Capítulo 62

Buenas gente antes que nada. Quería informarles que en el capítulo 60 tuve un pequeño problema con el nuevo nombre de Luiggi, creo que algunos lo notaron y algunos nos de todos modos les informo:)

Ahora sí, disfruten la lectura

En la familia Tehyrron hay una costumbre de nombrar a los miembros de esta como angeles o demonios.

Han habido demasiados angeles. Arcángeles, demonios de alto o bajo rango.

Por alguna razón a mi madre se le conocía cómo Lilith, la madre de los demonios, a papá jamás le ah gustado decirme el porque y por más que lo investigue jamás encuentro nada

Él el angel de la muerte, le llamaron así ya que el día que nació hubo una masacre en algún lugar de este país que si soy honesta no recuerdo.

Cuando yo nací, me colocaron Samael. Mi madre decidió ese nombre ya que era de un ángel caído, para ellos yo era un ángel. Tenia la apariencia de uno, pero el alma de un caído, desde pequeña la sangre corría por mis manos y si soy honesta,jamás me ah molestado.

Ahora tengo un hermano menor el cual se llama Zadquiel, el angel del perdon. Aunque parece una mala broma porque, en terminos de perdonar él no le otorga eso a nadie

Y ahora están mis niños.

Los gemelos en la biblia son Samael y Michelle. Es imposible ponerme esos nombres a ellos ya que yo soy el ángel caído.

Pero cada uno tiene su nombre. Elegidos especialmente para ellos..

Bajo del auto mientras miro frente a mi el inmenso edificio, tomo una respiración profunda pensando sería mente en si entrar o no.

–¿Te vas a quedar ahí todo el día? –Frunzo mi ceño molesta antes de girarme y verlo.

Está cruzado de brazos con el cabello de ahora color negro, su mirada avellana está más oscura que lo que recordaba, su mandíbula marcada y su labio inferior está adornado por un piercing de aro dorado, tiene mal puesto un uniforme y tomado con desinterés el bolso

–A ti que más te da Zadquiel–Una sonrisa torcida apareció en su rostro.

El chico con el cabello rizado de color castaño. Mirada avellana clara, cuerpo un poco flacucho y una sonrisa divertida o mirada desinteresada ya no estaba.

Ahora solo había un chico con los dos lados rapados del cabello con este de color negro, una personalidad horrible y arrogante, que solo le preocupa meterse en problemas y al parecer las palizas que papá y Sergio le propinaban no servían de nada.

No quedaba nada de aquel chico, es como si se fuera desvanecido y ahora tuviera este que ni idea de quién es.

Mi hermano menor, eso es lo que es.

Se acercó a mi llevándose la lata de una Coca-Cola a la boca antes de suspirar y lanzárla en el suelo como si nada

–Se supone que yo y papá vendriamos por ellos hoy –Dice mirando la guardería –Pero bueno. Si tú quieres ver a esos mocosos por mi esta bien.