Capítulo 10

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— ¿Que... que quieres qué?

— Ya lo has oído.

La tensión era evidente, se podía respirar en el aire cargado de deseo.

Draco le miraba los labios con una extraña expresión. Hermione se llevó la mano a la boca, preguntándose si se le habría corrido el carmín o algo así. Él continuó observándola hasta que Hermione pensó que echaría a arder por el calor de su mirada.

Estaba celoso. No se le había ocurrido pensar en ello desde su punto de vista. Sus ojos eran como dos carbones ardientes que la quemaban. Sintió un pánico que no podía explicar, pero que estaba allí. Era una sensación dura y misteriosamente fascinante.

¿Qué demonios estaba haciendo Draco? De pronto sentía tal atracción hacia él que le daba miedo.

Dios, Dios, Dios.

¿Por qué estaba tan asustada? ¿Por qué la química que había surgido entre ellos era de pronto diez veces más intensa que la que había sentido con Monsieur Enmascarado?

Se echó a reír con nerviosismo.

— Pero, Draco, tú y yo somos sólo vecinos. Amigos.

— Pero los amigos pueden convertirse en amantes.

Tenía una mirada penetrante. Hermione nunca habría creído que pudiera ser tan potente, tan masculino. Todos aquellos cambios la habían dejado desconcertada y la impulsaron a bajar la cabeza mientras bebía un sorbo de vino para huir de sus ojos. La dulce acidez del zinfindel le caldeó la lengua y le recordó lo sucedido en el club.

"Es Monsieur Enmascarado el que te atrae. No Draco Malfoy", se dijo a sí misma.

Pero, si era así, ¿por qué deseaba que se inclinara hacia ella y la besara hasta hacerle perder el sentido?

Pasó un minuto. Y otro más.

Por fin se atrevió a mirar a Draco. Nunca se había fijado en lo grande que era, quizá porque siempre llevaba prendas enormes y deformes que escondían su cuerpo; pero ahora que lo miraba, se daba cuenta de que sus hombros ocupaban prácticamente la mitad del sofá.

El modo en que estaba mirándola no dejaba lugar a dudas, era evidente que sentía el mismo deseo y la misma necesidad que sentía ella. ¿Qué demonios le ocurría? ¿Sería por culpa de la luna llena? ¿O acaso estaba ovulando? Quizá la fantasía de Monsieur Enmascarado había invadido la realidad en la que se encontraba Draco Malfoy.

Aquello no podía estar sucediendo. No con alguien como Draco. No podía enamorarse de él.

Pero tampoco podía apartar la mirada. Estaba perdida, arrastrada por la intensidad de aquellos fascinantes ojos claros. Era la segunda vez a lo largo del día que la cautivaban unos ojos color mercurio.

¿Qué le pasaba de pronto con los hombres de ojos claros?

Había algo diferente en los ojos de Draco; de repente le parecían más intensos, más cargados de emoción.

Normalmente Draco ocultaba sus sentimientos, sólo había visto aquel brillo en su mirada cuando lo había oído hablar de arqueología. Pero ahora la miraba a ella con esa misma intensidad.

La deseaba.

Hermione apretó el puño.

Ella también lo deseaba a él. Todo su cuerpo ardía por él. Deseaba quitarle la ropa y hacerle el amor allí mismo, en el suelo del salón.

Pero no podía hacerlo. Un hombre como Draco merecía mucho más de lo que ella podría darle.

— Draco, tú eres demasiado para mí. Eres demasiado inteligente para una chica que ni siquiera terminó el instituto.

— Quiero hacerte el amor, Hermione — susurró él seductoramente.

No, no. ¿Por qué había tenido que decirlo? Ahora tendría que rechazarlo y le haría daño. Hermione respiró hondo y se dispuso a decir la mayor mentira de su vida.

— Lo siento, Draco, pero yo no siento lo mismo.

Traseros desnudos [Dramione]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora