Keep it to myself (Mitake)

Capítulo III: Regreso

Estuvo varios minutos viendo su reflejo en el espejo que tenía en su habitación intentando asimilar que ahora tenía siete años o por lo menos eso es lo que dedujo al ver de nuevo su reflejo y luego terminarse de asegurar al ver la fecha en un pequeño reloj que tenía sobre una cómoda.

Seguía sin terminar de creerse que había vuelto a viajar en el tiempo, aunque eso significaba que podría arreglar todo desde cero, incluso podría evitar la muerte de Sano Shinichiro si no calculaba mal. Lo último que recordaba es que había sido apuñalado por Mikey con una Katana y todavía seguía sintiendo un leve cosquilleo en la mano que este había sujetado mientras gritaba algo que no logró entender.

¿Cómo era posible que hubiese viajado una vez más al pasado si supuestamente ya había muerto?

Acaso, ¿era una nueva oportunidad que los dioses o quién fuera le hubiesen dado para arreglar todo? Quizás era un sueño.

Terminó por golpearse en la cara para comprobar si era un sueño descubriendo que no era así al sentir sus mejillas arder ante el daño. Intentó tranquilizarse un poco más y acomodar sus pensamientos para poder pensar con mayor claridad e intentar encontrar una explicación lógica a todo aquello.

¿Lógica?

Los viajes en el tiempo de por sí, ya carecían de lógica y sabía que a cualquiera que le contara todo lo que había vivido desde que Akkun lo empujó a las vías del tren en la línea temporal original, lo tomaría como un loco y todos sus pensamientos lograron que soltara una risa nasal.

Escuchó una vez más la voz de su madre desde la planta de abajo amenazando con ir a despertarlo por las malas sino bajaba en los próximos minutos haciéndolo reaccionar y sabiendo que debía ir a corroborar algo más. Se vistió con rapidez y sin pensarlo dos veces salió corriendo de su hogar, escuchando los reclamos de su madre y disculpándose con ella.

Siguió corriendo por las calles atrayendo un par de miradas curiosas y sintiendo como el aire abandonaba sus pulmones en más de una ocasión, pero no se detuvo hasta que estuvo frente a una casa de estilo tradicional que ya conocía mientras intentaba que el aire circulara por su sistema respiratorio para levantar la mirada del suelo cuando se tranquilizó.

Era la casa de Mikey.

Debatió un par de minutos consigo mismo acerca de si debía o no presionar el timbre, levantado su mano temblorosa hacia este cuando se decidió. Aunque una voz detuvo sus acciones y lo sobresaltó un poco por el tono que había usado aquel niño que se acercaba a él.

-¡Oye! -el niño invadió su espacio personal haciendo que retrocediera unos centímetros y con una expresión amenazante en el rostro-. Nunca te había visto -se acercaba cada vez más con los puños hacia abajo y fue entonces cuando le reconoció-, así que dime, ¿qué haces en la casa de Mikey? Depende de lo que me respondas te daré una paliza.

-No puede ser... -su susurro solo había logrado enfurecer más al niño que estaba frente a él-. ¿Baji-kun?

Lo que sucedió segundos más tarde de mencionar su nombre no lo había visto venir y ni siquiera había previsto con anterioridad para poder protegerse o intentar esquivarlo, y mentiría si dijera que aquel puñetazo que acababa de recibir en su cara no le dolía o lo había dejado un poco descolocado. Sin embargo, el reclamo hacia el más alto por estar peleando frente a una casa en la que no vivía logró captar su atención viendo a una niña y luego la voz de un chico más mayor que todos ellos.

-Oye Keisuke -el chico alto pelinegro se posicionó detrás de la menor mientras seguía fumando un cigarrillo-. ¿Qué sucedió? Es temprano y tú eres muy ruidoso.