Capítulo XI: Miedo

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Las semanas iban pasando rápidamente para los miembros de la ToMan, consiguiendo reconocimiento tras cada enfrentamiento con pandillas enemigas y saliendo victoriosos de cada uno de estos.

Todo parecía ir bastante bien, habían logrado evitar que tanto como Baji y Kazutora no entraran en el taller de Shinichiro, gracias a que Manjiro se aseguró de visitar a su hermano junto a sus amigos para que estos se familiarizaran con el lugar y solo les pidió que le compraran taiyakis el día de su cumpleaños tras enseñarles la moto comentando que sería uno de los regalos que recibiría por parte de su hermano.

Sin embargo, Takemichi logró darse cuenta de que Manjiro no había estado muy concentrado en las últimas peleas contra otros pandilleros y debajo de sus ojos empezaban a notarse un poco las ojeras. Así que, intentó hablar varias veces con él siendo bastante complicado porque siempre se encontraban rodeados de sus amigos u ocupados con alguna otra cosa que no les permitía tratar el tema como él quería.

–¿Quieres venir a dormir a mi casa esta noche? –preguntó el rubio ceniza–. Estoy seguro de que Emma se alegrará de verte.

–¡Claro! –respondió, pensado que aquella era una oportunidad ideal para hablar con su amigo tranquilamente.

Desde que habían regresado, pasaban casi todo el tiempo juntos quedándose a dormir varias noches en la casa del otro con el objetivo de pensar en lo próximo que harían y como podría llegar a afectar al futuro para que no acabara tan mal al igual que en las anteriores veces.

Durante la tarde, nada más terminar las clases, los miembros de la ToMan no tardaron en ir a sus respectivas casas para cambiar su uniforme escolar por aquel negro de letras doradas que tanto les caracterizaba y subirse a sus motos para dirigirse donde tendría lugar su próxima pelea, añadiendo una victoria más en sus listas.

Takemichi fue a su casa al finalizar el enfrentamiento para coger la mochila que había dejado preparada antes de que Mikey pasara a recogerlo en su moto y se dirigieron a la casa de este último dónde todos lo recibieron cálidamente, acostumbrados a la presencia del menor. Cenaron con tranquilidad respondiendo las preguntas que le hacían el anciano y Shinichiro respecto a los estudios u otros temas triviales.

Izana también estaba presente, pues hacía no mucho tiempo que había comenzado a visitarlos más a menudo junto a Kakucho, después de haberse rehusado a abandonarlo en el orfanato en el que vivían cuando el mayor de los Sano le propuso irse a vivir con ellos.

–Has mejorado –dijo Manjiro una vez que se encontraban ellos solos en la habitación de él preparándose para dormir–. Me refiero a tu estilo de pelea –aclaró al ver su rostro confundido.

–¡Ah! Después de todo se puede decir que he tenido un buen maestro, ¿no crees?

–El mejor en todo Japón –respondió con soberbia fingida–. Estoy agotado.

El mayor se tiró sobre su colchón cerrando los ojos bajo la atenta mirada azulada del contrario, quién solo titubeaba pensando si era el mejor momento para hablar sobre su estado anímico para sentarse al lado de su cuerpo preocupado por lo que pudiese pasar.

–¿Estás bien? –ahora era Manjiro que lo miraba con confusión.

–Sí –se incorporó sobre el colchón–. Sabes que soy fuerte y no es fácil golpearme, apenas me rozaron, así que estoy bien.

–No me refería eso –se mordió el labio inferior con nervios sin saber muy bien cómo proseguir–. He notado que no peleas como sueles hacerlo y que tampoco has estado durmiendo bien.

Keep it to myself (Mitake)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora