Capítulo VIII: Cápsula del tiempo

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Solo se escuchaba el rugido de las motos en las calles de la región acompañado también del ruido de otros vehículos que circulaban aquella noche mientras la gente miraba el desfile de los primeros con curiosidad. La alegría y la emoción era palpable en el ambiente que rodeaba a aquel grupo peculiar a medida que se acercaban a aquel templo que fue testigo de sus mejores años en la ToMan.

Al llegar al lugar, todos estacionaron las motos como solían hacerlo años atrás esperando a aquellos que se habían quedado más atrás, negándose a participar en la carrera que Mikey había propuesto desde que se había subido a su preciada Babu y cuando se aseguraron de que todos estaban presentes empezaron a subir las escaleras entre comentarios divertidos y risas.

–Qué recuerdos me trae este sitio –dijo Kisaki con una leve sonrisa–. Juraría que podría llorar sin tuviera unas glándulas lagrimales como las de Takemitchy.

Algunos apoyaron sus palabras con un leve asentimiento y otros solo rieron ante la queja de Takemichi hacia el de gafas con indignación. Sin querer perder un minuto más, tanto los capitanes como sub-capitanes se colocaron en sus respectivos sitios según donde se colocaba su escuadrón, observando como Mikey, Takemichi y Draken subían unos escalones más y también se colocaron como solían hacerlo.

–¡Saludos! –todos hicieron una reverencia a las tres personas frente a ellos y se pusieron firmes.

–Muy bien –susurró Mikey con una sonrisa antes de elevar la voz para que todos pudieran escucharle–. Una vez más, la Tokyo Manji se reúne para abrir la cápsula del tiempo.

Los gritos y silbidos de los antiguos miembros animaron el ambiente. Draken no pudo evitar soltar una carcajada al ver como todos guardaron silencio ante sus palabras, aunque no por mucho tiempo.

–¿Estáis listos para recordar vuestro pasado oscuro y que salgan a la luz vuestros secretos?

Todos comenzaron a andar hacia la zona donde había árboles siendo un poco complicado dar con el lugar exacto donde se había enterrado la caja mientras discutían asegurando tener razón y otros refutando sus declaraciones. Estuvieron cerca de una hora buscando hasta que por fin dieron con ella, desenterrándola con rapidez.

No dudaron en acercarse uno por uno a coger la carta que se habían escrito en el pasado y algunas cosas que habían guardado junto a estas, resultando ser que la mayoría se habían escritos cartas vergonzosas preguntando si habían logrado cumplir algunos de sus sueños inmaduros que en aquella época habían sido sus motivos para seguir adelante; y por supuesto, que nadie perdió la oportunidad de avergonzarse aún más entre ellos y reírse de sus expresiones.

Takemichi observó el panorama que se desarrollaba frente a sus ojos sonriendo cuando sus amigos mostraban algunos de sus objetos personales con afán y recordando como Mikey no se había presentado en la anterior línea temporal logrando que ese pensamiento le entristeciera. Casi todo era igual a aquel momento que ahora solo atesoraba en sus recuerdos y en los de Chifuyu, aunque sintió bastante curiosidad al averiguar que cosas habían enterrado algunos nuevos miembros como Sanzu, Kisaki o Koko.

Desvió su mirada hacia el líder de la pandilla, quién intentaba ocultar algo detrás de él. Así que, con sigilo se acercó al mayor para arrebatarle lo que fuera que no quería que nadie viera con el objetivo de exponerlo frente al resto si resultaba hacer algo demasiado vergonzoso.

–¿Qué haces Takemitchy? Devuélveme eso –susurró intentado no llamar la atención y que se dieran cuenta que era el único que no había leído su carta–. Mierda.

–No me parece justo que seas el único que no la hayas leído, has escuchado la del resto y creo que todos tienen derechos a saber tus secretos más oscuros –el más alto, por un par de centímetros, levantó la mano agitando el sobre con algo de burla–. Además, esta puede ser mi única oportunidad de saber quién es la persona que te gusta.

Keep it to myself (Mitake)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora