Capítulo X: ¿Sorpresa?

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Sintieron la brisa fresca de primera hora de la mañana acariciar sus rostros con delicadeza a cada paso que daban por la calles casi vacías de la zona, dónde Takemichi arrastraba hacia la estación del metro a un Mikey adormilado que apenas podía abrir los ojos.

–Mikey date prisa o no llegaremos a tiempo para conseguir el manga que quiero.

–Debería ser un delito hacer madrugar tanto a una persona –bostezó–. Me vuelvo a mi casa para volver a dormir.

–Espera Mikey –sujetó su brazo para impedir que este caminara de regreso a su casa donde más tarde sus amigos empezarían con la decoración–. Te prometo que si me acompañas te compraré un taiyaki.

–Que sean tres.

–Trato hecho –respondió el menor aliviado–. Tenemos que darnos prisa o perderemos el metro.

–¿Por qué no le pediste a Chifuyu que te acompañara? –preguntó sabiendo que a él también le gustaban ese tipo de cosas–. Además, eres un adulto y podrías haber venido tú solo.

–Se lo pedí a él primero –respondió intentado buscar una excusa coherente–, pero tenía que ir a hablar algo importante con uno de los proveedores de unos artículo o algo así.

–Así que soy tu segunda opción –alarmado ante esas palabras el más alto se giró son rapidez para intentar negarlo y se encontró con una mueca burlona de su amigo–. ¿Y puedo saber de que va el manga que quieres?

–Es el primer tomo de una edición especial de uno de mis mangakas favoritos –explicó–, así que tampoco sé muy bien.

Unos días antes, Takemichi había estado pensando en varias maneras para distraer a Mikey durante aquel día hasta que sus amigos le dieran luz verde para regresar y cómo no se le había ocurrido nada, decidió recurrir a Chifuyu olvidando que las otras veces que le había pedido algún consejo no salió muy bien.

–Van a sacar la edición especial de un manga y justo ese va a ser el primer día que lo van a poner en venta –le comentó el rubio señalando un cartel–, podrías decirle que te acompañe.

Le pareció una gran idea obligando a prepararse mentalmente ante las posibles dudas que le surgieran al mayor en el trayecto cómo la última acerca de por qué no lo había acompañado el de mirada cian y por eso se encontraban ahora rumbo a Roppongi, puesto que ahí estaba la única tienda que iba a comercializar el manga.

–Mikey –el nombrado murmuró para darle a entender que le había escuchado cuando se subieron al metro que los llevaría hasta su nuevo destino–. Ahí hay asientos libres, vayamos a sentarnos y así puedes dormir un poco.

Sin esperar a que este le respondiera, el oji-azul agarró su muñeca para guiarle entre las personas hasta el lugar que había señalado logrando alterar el ritmo cardíaco de su amigo con ese gesto poniéndolo un poco nervioso.

–Puedes usar mi hombro como almohada.

Haciendo caso a sus palabras, Mikey recostó su cabeza en el hombro de este dejando que los mechones de su pelo ocultaran el leve rubor de sus mejillas y cerró los ojos con el objetivo de descansar un poco más hasta que un ligero zarandeo volvió a despertarlo cuando llegaron a Roppongi.

De nuevo y un poco adormilado aún, era arrastrado por el de rizos mientras este hacia algún comentario que no llegaba a comprender y lo único que logró que volviera a abrir los ojos, borrando todo signo de cansancio, fue el olor dulce de su postre favorito recién hecho que ahora se encontraba frente a sus narices.

–¿Ya estás más despierto? –Takemichi le estaba extendiendo uno de aquellos postres que le encantaban y lo aceptó sacándole un risa leve–. Supuse que esto te lograría que no siguieras ignorándome.

Keep it to myself (Mitake)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora