6: Yo Soy El Karma

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📍1986, Hawkins Academy

BLOOM

-Hola, cómplice.-Una voz que conocía sonó con eco.

Eddie Munson estaba parado en una esquina con una extraña sonrisa mientras me miraba, no había rastro de su silla de ruedas, tan solo portaba unas muletas que ni siquiera utilizaba.

-¿Qué pasa, Munson?-Pregunté no de la mejor manera.

-Ey, ¿Por qué ese tono tan molesto?-Dijo él con aires de burla.

-Estás en el baño de mujeres, parece que me estás acosando porque no paras de mirarme de una manera extraña y tu voz habla con superioridad.

-Sé que me viste.-Afirmó seguro.

-¿De qué hablas?-Me hice la tonta.

-Anoche, baño de la planta C, tú estabas fuera y te fuiste deprisa...-Sonrió.

-¿No tendrás miopía?-Dije incrédula.

-Te aseguro que eras tú.

-Según tú era de noche, ¿Cómo lo puedes saber?-Intenté darle la vuelta a la tortilla.

-Bloom, reconocería hasta tu sombra.-¿A qué viene ese comentario?

-De acuerdo, te vi, ¿Y qué?-Confesé de una vez.

-¿Qué llevaba yo en las manos?-Preguntó con inocencia.

-No lo sé.-Mentí.

-¿Qué llevaba yo en las manos?-Repitió y se acercó un poco a mí.

-Un puto cuchillo, Munson, un maldito cuchillo.-Hablé cabreada.

-De acuerdo, ¿Y qué crees que había en aquel cuchillo?

-Espero que fuera mermelada de fresa.

-Error.-Su sonrisa aumentó.
-¿Has escuchado que cierto adolescente de cabello rubio, ojos azules y jugador de baloncesto ha desaparecido?-Habló con falsa sorpresa.

-Sí, no me importa, él es un patán.-Fui a agarrar papel para secarme mis mojadas manos.

-Muy bien, eso es, él era un patán, él lo merecía.-Su emoción había incrementado mucho, como si le pusiera feliz que yo odiara a Jason.

-¿Cómo que "era"?-Él rió por lo bajo.
-¿Sabes qué? No quiero saberlo.-No quería saber nada más, ya tenía demasiadas preocupaciones, así que caminé hacia la puerta para irme, pero él se interpuso en mi camino.

-No te puedes ir.

-Eddie, déjame pasar.-Ordené.

-No.

-Eddie, ya tengo bastante con lo mío, ¿Entiendes? Me da igual lo que hayas hecho, pero déjame.

-Vas a hacer lo que yo diga.-Sacó una navaja y la acercó a mi yugular.

Me acorraló hasta llegar dentro de una de las cabinas. Y de nuevo comenzaban a venir recuerdos del cerdo de Lendor, aquella situación, encerrada, amenazada... Comencé a llorar en silencio, sentía que iba a pasar lo mismo.

CÓMPLICES | Eddie MunsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora