10: Un Tal Jason

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📍1986, Hawkins Academy

BLOOM

"Bloom Larousse acuda cuanto antes al despacho del director, por favor."

Los parlantes hablaron.

Mierda.

Mis manos estaban manchadas de sangre, mi ropa también, no me daba tiempo a cambiarme y a ducharme. Además tenía miedo del por qué me llamaban.

¿Me habían visto con Lendor?

¿Habían escuchado los lamentables lamentos de aquel cochino?

-¡Joder!-Solté frustrada.

-Calma, haremos algo.-Me intentó tranquilizar Eddie.

-No, no pode...-Munson se quitó la camiseta dejándome ver sus tatuajes y su bello abdomen. No pude evitar fijarme en cómo los vellos trazaban una línea recta de su ombligo hasta esconderse debajo de su pantalón, aunque eso no me quitó la oportunidad de ver como su cinturón de Adonis formaba la forma de una V.

-Ten, póntela, así no te verán manchada de sangre.-Me entregó su camiseta con el logotipo de Metallica.

Le hice caso y me quité la blusa que vestía mi torso. Llevaba sujetador, por supuesto. Vi como el chico comenzó a observar mis pechos de una manera expectante, pero cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo se giró para darme algo de privacidad.

-Puedes girarte.-Le avisé en tono de broma.

-Te queda bien, mejor que a mí.-Sonrió.

-Tal vez debería robártela.-Bromeé.

-, deberías.-Nos quedamos de nuevo en silencio mientras nos mirábamos fijamente a los ojos con una tonta sonrisa, como si no hubiera un maldito cadáver a nuestro lado.

"Bloom Larousse acuda cuanto antes al despacho del director, por favor."

De nuevo sonaron los altavoces interrumpiendo nuestro silencioso momento.

-Ahora vuelvo.-Me despedí y caminé hacia donde me habían citado.

Miré mis manos inconscientemente y vi que estaban algo machadas de sangre también. No demasiado, pero sí era visible.

Me desesperé, tenía que ir al despacho rápidamente y no me daba tiempo a ir a ningún baño. Y vi a mi pequeña salvación, ¡Bingo!

-Cachivache, colega, ven aquí.-Llamé al menudo perro e hice sonidos de besos para que viniera.
-Mira lo que tengo para ti, peludo.-Le mostré mis manos y las empezó a chupar sin dejar rastro de aquellas rojizas manchas en un santiamén.

Y después me preguntan por qué prefiero a los animales que a los humanos.

-Gracias, guapo.-Acaricié su cabeza y me fui cuanto antes.

Subí por el ascensor y cuando llegué toqué la puerta con nerviosismo, no creo que me llamaran para felicitar mis comportamientos de gran estudiante.

CÓMPLICES | Eddie MunsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora