26: Somos El Karma

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📍1986, Hawkins Academy

BLOOM

-Mierda, Bloom, ¿Por qué no has venido a clases?-Robin entró por la puerta.

-No me apetecía.-Evité entrar en detalles.

-Blu, quedan literalmente dos malditos días para irnos de esta mierda y no volver más. ¡Disfrutemos de lo que nos queda!-La hiperactividad de Buckley se hizo presente.

-¿Y cómo se supone que voy a disfrutar encerrada en una aula mientras un señor mayor me enseña operaciones donde se juntan números con letras que jamás me van a ayudar en mi vida?

-Pero estás conmigo.-Levantó las cejas con diversión.

-Ahora también estoy contigo.-Sonreí y me encogí de hombros.

-No es lo mismo.-Rodó los ojos y se acercó a mí.
-Anda, vamos a comer.-Me agarró del brazo y me arrastró hasta la puerta para irnos a la cafetería.

Al llegar allí noté que Eddie no estaba, seguramente seguiría durmiendo. Vi que Gareth ya estaba comiendo con los de su mesa, por lo que lo más probable era que no hubiese subido a su habitación, pues no le hubiera dado tiempo y aún no estaría comiendo.

Comí tranquilamente con Steve y Robin. Mis dos amigos no paraban de hablar de que ya pronto se acababa el curso y de lo que iban a hacer este verano. La verdad es que yo simplemente quería salir de allí, me daba igual qué hacer después de estar en aquella academia.

No iba a estudiar en ninguna universidad, pues no tenía ni las calificaciones ni el dinero necesario para ello. Lo único que tenía pensado era trabajar en algún supermercado o en una tienda ropa... Tal vez en un club, como mi madre. Allí podría ser o camarera o bailarina. Tenía ideas, pero no soluciones definitivas.

La hora de comer se acabó y nadie pudo salir de la cafetería porque allí es donde debíamos pasar nuestro pequeño rato de descanso. Aproveché esos minutos para guardarme toda la comida que pudiese.

Hoy Phyllis estaba en la cocina, así que fue fácil coger comida de más. Agarré dos flanes, un yogur de fresa, patatas fritas y un pequeño plato de pasta. Y no, no era para mí. También cogí un tenedor, una cuchara y un sobre de ketchup que a los idiotas del club de baloncesto se les cayó.

No pude evitar fijarme en esos tres... Esos cabrones... Chance Harper, Andy Brown y Patrick McKinney. Ellos iban a pagar. Se veían muy felices riendo en su mesa con sus otros amigos paleolíticos. Pero lo que no sabían es que yo me vería aún más feliz que ellos cuando por fin sufriesen las consecuencias.

Por fin la alarma de clase sonó y yo no me dirigí hacia las aulas, tenía otras cosas que hacer. Caminaba hacia el ascensor cuando noté un jalón en mi brazo.

-¿Dónde demonios vas?-Robin me detuvo.

-Robs, de verdad que hoy no me encuentro bien. No te lo quería decir para que no te preocuparas.-Mentí.

-¿Me prometes que solo es eso?-Desconfió un poco de mí.

-Lo prometo.-Me sentía mal mintiéndole a Buckley, pero era necesario.

Ella me soltó y me dio uno de sus "besos curativos" en la frente. Me monté en el elevador y me dirigí a la Planta C.

Llegué en unos segundos y saqué la llave de la habitación de Munson de mi sujetador, donde la había dejado previamente. Abrí la puerta con cuidado y la cerré detrás de mí cautelosamente.

Confirmé mis sospechas cuando vi a Eddie roncando de una manera poco audible mientras estaba tirado en la cama en la misma posición en la que lo había dejado antes de irme. Estaba plácidamente dormido.

CÓMPLICES | Eddie MunsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora