29: El Fin Del Comienzo

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📍Hawkins Academy, 1986

BLOOM
Llegó el último día, nunca más iba a tener que pisar aquella academia.

Eso me hacía feliz por obvias razones, pero, quisiera o no, recordar aquellos momentos no tan trágicos que pasé allí me traerían un sentimiento de agria nostalgia.

Cuando conocí a Robin, cuando nos escapábamos porque nos aburríamos, cuando Steve se volvió un pilar importante para nuestra amistad, cuando hacíamos maratones de películas de terror en la sala de audiovisuales en secreto, cuando mi amistad con Eddie empezó, cuando cada vez que no suspendíamos un examen Robin y yo nos premiábamos con helado robado de la cafetería... Toda aquella mierda que alguna vez me hizo algo feliz ya se iba a acabar.
¿Pero no era eso lo que yo quería? Supongo que no siempre todo es bueno y que lo que deseas siempre va a tener su parte más dolorosa.

Volviendo un poco al presente; Tina estuvo ingresada en el hospital por un día y medio. Tan solo tuvo un ataque de alergia por el coco que le puse a la tarta y ya, nada demasiado grave. Primero de todo, los padres de Garland quisieron denunciar al centro y despedir a Phyllis por supuestamente echarle coco al pastel. Por suerte, eso no pasó. Al no haber pruebas médicas en el expediente de Tina que indicaran esa alergia en específico, tanto la academia, tanto la cocinera, se zafaron de una denuncia.

Los Garland alegaron que le habían dejado una nota a la enfermera sobre esta alergia que tenía su hija, pero eso jamás se pudo confirmar ya que era yo la que se había quedado aquella nota. Así que no, no hubieron daños colaterales.

Bueno, tal vez sí los hubieron, pero para mí.

No volví a hablar con Eddie desde aquella noche del pequeño envenenamiento hacia Tina. No sabía si estábamos cabreados o simplemente no habíamos tenido el placer de coincidir.

Lo cierto, es que yo sí que estaba un poco molesta por aquella actitud tan controladora de su parte. Él quería que la gente que le había hecho daño se saliera con la suya, pero yo no podía vengarme. Eso era injusto.

Yo iba a hacer lo que yo quisiera. Solo esperaba que eso le hubiera quedado claro.

-Mierda, no encuentro mis zapatos.-Robin se quejó mientras preparábamos nuestras maletas.

-Tal vez estén en mi armario.-Dije mientras doblaba una de las últimas camisetas que me quedaban por meter en mi maleta.

-Se me hace tan raro que no vayamos a volver a este vertedero.-Rió un poco.

-Supongo que en el fondo...-Robin arqueó una ceja y recapacité sobre lo que iba a decir.
-Muy, muy, muy en el fondo, echaremos de menos esto.-Sonreí.

-Creo que lo único que extrañaré de este lugar es a ti, a Steve y a Vickie.-Agarró los zapatos que anteriormente estaba buscando.

-Claro, es normal que no eches de menos este lugar, no todos nos vamos de viaje a California.-Volví a sonreír enarcando una ceja.

-Muy graciosa.-Fingió carcajear.
-Pero prometo que te mandaré cartas.

-Más te vale que lo hagas.-La apunté.

Cuando terminamos de empacar, bajamos a desayunar a la cafetería con Steve. Desayunamos tarde ya que hoy no habrían clases. El último día de escuela se utilizaba para recoger nuestras cosas.

Pude notar la mirada atenta de Eddie sobre mí. Tal vez se preguntaba si nos íbamos a ir sin despedirnos, si lo que habíamos pasado no había significado nada, o si yo iba a seguir con mi venganza. De todas maneras, no le di importancia, o al menos no la que en otras circunstancias le habría dado.

CÓMPLICES | Eddie MunsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora