31: Los Carver

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📍1986

BLOOM

La botella de cerveza estaba a la mitad. Era la segunda que me tomaba, lo cual ya se notaba en mi organismo. Era consciente de lo que hacía, pero mis neuronas no funcionaban con totalidad.

En cambio, Eddie ya se había tomado unas tres botellas de cerveza y media y se veía intacto. Pero sí, alguien que estuviera sobrio podía notar que no estaba exactamente deshidratado.

Venga, melenas! ¿En serio no te vengarías de alguien que te ha hecho daño?-Solté yo de manera brusca y pegué un suave manotazo en el hombro de Munson.

-Qué les den. Todos obtendrán su merecido con el tiempo.-Le dio un trago a la botella.

-Eres un cobarde.-Reí atontada.
-No quieres hacerlo porque te da miedo.-Sonreí con malicia.

-Sabes que no es por eso.-Se cruzó de brazos.

-Sí lo es. Admítelo.-Me acerqué a él mientras me burlaba.

-Qué no.-Inclinó la cabeza hacia abajo mientras me miraba.

-Eres un cobarde.-Afirmé de nuevo mientras reía como si fuera lo más gracioso del mundo.

Realmente la situación no era algo extremadamente divertida, pero por culpa del alcohol me lo parecía.

-¿Quieres ver como no lo soy?-Se levantó de su asiento después de pegarle al mostrador. Se notaba que el alcohol estaba actuando por él.

-Mhm.-Dije mientras rellenaba de nuevo mi vaso de cerveza.

-¡Bien!-Agarró sus cosas, me quitó las llaves del local y se dirigió a la salida sin decir ni una sola palabra más.
-¿Vas a venir?-Me preguntó con algo de sarcasmo incluido.

-Depende de a donde vayas.-Fruncí el ceño.

-Eso ya lo verás.-Empezó a intentar abrir la puerta con las llaves que anteriormente me había "tomado prestadas".

-Dímelo.-Insistí mientras me acercaba a él.

-Sé una buena cómplice y no hagas preguntas.-Me miró burlón y acabó de abrir la puerta.

Soltó una corta risa mientras salíamos y yo me entretuve a cerrar la puerta del restaurante. Ambos nos dirigimos a su vieja van y él comenzó a conducir ebrio. En sí, Eddie tenía pinta de conducir velozmente, pero ahora, con el licor corriendo por sus venas, era un desastre manejando.

-¿Me vas a decir ya a dónde vamos?-Pregunté algo molesta por tanta incógnita mientras me miraba en el retrovisor revisando cómo lucía mi rostro.

-Ya lo verás, te va a gustar.-Sonrió sin siquiera mirarme.

Llegamos a una especie de lujosa urbanización que no conocía. Las casas, o más bien mansiones, eran enormes y todo aquello parecía sacado de una película cliché americana. Él aparcó casi encima de una acera blanca de allí.

-¿Por qué me has traído aquí?-Hablé tras unos minutos de silencio.
-¿Quieres entrar a robar a alguna de estas mansiones o qué? -Insistí al no obtener respuesta.

La segunda pregunta desencadenó una risa ebria de parte Eddie.

-Comprueba de quién es la casa.-Estiró su brazo y abrió la puerta del lado del copiloto, donde yo estaba sentada.

Le miré con desconfianza pero no tardé mucho en bajar de la furgoneta. Me quité los tacones para no acabar sin rodillas y caminé con delicadeza hacia el buzón del hogar de alguien.

CÓMPLICES | Eddie MunsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora