(P.13)

367 28 10
                                    

Cuando llegamos a la cama, Hanzo nos arrastró todavía unidos juntos y fue entonces cuando me di cuenta de lo pequeña que era en comparación con él. No es que yo fuera más grande que él antes, pero claramente mi cuerpo había pasado por mejores días que estos. 

Cuando llegué a las almohadas en medio de la cama, me desenredé de él. Caí sobre la suave cama, acostándome debajo de él una vez más.

—¿Puedo pedirte que... seas amable? No me han tocado en 7 años... Yo-yo podría estar un poco sensible —Susurré sintiendo mis mejillas arder mientras lo pedía, debo haber sonado ridícula.

—¿Nunca te tocaste? —Preguntó mientras comenzaba a manipular el kimono que me cubría.

—Tenía un niño a mi lado Hanzo. Nunca tuve tiempo de satisfacer mis propias necesidades —Dije mientras Hanzo concentraba toda su atención en el kimono.

—Por supuesto. Seré amable contigo, jovencita —Susurró Hanzo sonriéndome. Rodé los ojos, sabiendo que no era tan joven como el creía.

Pero no importaba. Hanzo era claramente mayor que yo, así que no me importaba si me llamaba joven, aunque no me sintiese así.

Hanzo finalmente logró quitarse el obi, poniendo mucha atención también.

Le sonreí, sintiéndome nerviosa y feliz. Hace unos días, parecía solo un sueño que volviese a ver a Hanzo. Ahora estaba acostada debajo de él, mientras sus cálidas manos hacían todo lo posible para quitarme la ropa, pero parecía estar un poco molesto por las varias capas de ropa.

—Aléjate un momento, tonto —Dije riendo mientras empujaba contra el pecho de Hanzo. Se burló mientras rodaba fuera de mí, acostándose sobre su espalda. Me levanté de la cama y comencé a desvestirme del kimono, luego de la camiseta nagajuban. Cuando dejé que el nagajuban cayera al suelo, algo me vino a la mente. Hanzo no sabía que tuve que abrirme el vientre para que Kuro naciera. Sólo sabía que yo había dado a luz, pero el secreto no duró mucho ahora que mi cuerpo estaba en exhibición.

—¿Y esa cicatriz? Se ve horrible... —Dijo, acercándose a mí —Ven aquí ¿Qué pasó? —Hanzo preguntó mientras se sentaba y se deslizaba hasta el borde de la cama. Me detuve frente a él, dejándole ver la gran cicatriz. No sabía cómo coser una herida cuando tuve que abrírmelo, al menos no con el equipo que tenía, por lo que la herida había sanado horriblemente, dejando una cicatriz grande, visible y desagradable, una que odiaba. 

—Pasó cuando estuve en el periodo de parto. Cuando comencé a pujar, solo sentía la humedad caer por mis piernas, y este inmenso dolor. Increíblemente mucha sangre y yo... yo no sabía qué hacer y yo sabía no sería capaz de empujar a Kuro. Así que agarré mi cuchillo... me abrí... y... y lo saqué. Estaba segura de que podría hacerlo, pensé que tendría una fea infección, pero los Dioses Antiguos estuvieron conmigo... —Susurré, apartando la vista de Hanzo mientras estudiaba la cicatriz.

—¿Lo sacaste de tu propio estómago? —Preguntó, claramente sorprendido y horrorizado.

—Sí... Actué rápido y lo necesitaba para vivir. Esta cicatriz prueba lo fuerte que soy —Dije con bastante orgullo, volviendo a mirar a Hanzo.

—Eres una mujer muy fuerte, de eso estoy seguro.

—Solo deja de hablar y hagámoslo. Por favor —Susurré tomando al hombre por sorpresa. Mordió su labio inferior mientras ponía sus manos en mis caderas, obligándome a estar más cerca de su cuerpo.

—Ciertamente no has cambiado durante estos años —Dijo Hanzo, levantándose de la cama. Levanté mi vista hacia él, sonriendo. Me puse de puntillas, presionando rápidamente mis labios contra los de él.

Tú, eres mía (Scorpion x tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora