Liu Qingge está más frustrado de lo que cree, porque su viaje se ha retrasado. Sus discípulos habían decidido acosar de nuevo a Shen Qingqiu, y esto no era algo que pudiera dejar pasar. Habían destrozado el suelo cerca de sus queridas arboledas donde daban sus paseos vespertinos. No sólo eso, sino que también habían atacado a los discípulos de Qing Jing. Su amante ya estaba lidiando con sus propios problemas, no necesitaba que los mocosos de Liu Qingge empeoraran las cosas.
Cuando volvieron, tuvieron el descaro de insinuar que era "por su honor". ¿Qué honor? Había decidido a regañadientes retrasar su partida por un día, y en su lugar castigar a esos mocosos.
Estaba a punto de gritarles cuando un discípulo del Pico An Ding se le acercó corriendo, con la cara roja y la respiración agitada.
"Pidiendo perdón por interrumpir al Señor Liu," el discípulo suelta estrangulado.
"Escúpelo". Liu Qingge siente que su ojo se tuerce- no sólo sus discípulos han causado problemas a su amante, sino que un discípulo del Pico An Ding ha interrumpido su castigo.
"Este discípulo tiene una misiva urgente para el Señor Liu." El chico tiende un trozo de papel en sus temblorosas manos, y Liu Qingge lo hojea.
La carta está escrita apresuradamente, con trazos caóticos y la tinta aún húmeda.
Ven al Pico An Ding inmediatamente. Shen Qingqiu te necesita.
Su corazón se estremece ante los desordenados caracteres del nombre de su amante. Shen Qingqiu le necesita.
Mira a sus discípulos. Liu Qingge necesita irse, ahora.
"150 vueltas alrededor de la ladera de la montaña, ¡ahora!" Ladra. Sus discípulos saltan, escabulléndose.
En un instante, convoca a Cheng Luan, con la mente acelerada.
Shen Qingqiu es la Espada Xiu Ya, grácil y mortal. Su qi no puede haber fallado, porque Liu Qingge limpió sus meridianos ayer mismo. Por no mencionar que Shen Qingqiu es orgulloso y no pide ayuda hasta que es casi demasiado tarde.
Pero Shang Qinghua es diferente. Liu Qingge frunce el ceño. Shang Qinghua le tiene miedo -ha visto las miradas temerosas que se dirigen hacia él-, pero aun así lo ha convocado, por el bien de Shen Qingqiu. Mentalmente mejora la reputación de Shang Qinghua. Puede que sea un cobarde, pero aún así se enfrentó a uno de sus muchos miedos por su amigo.
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Llega a An Ding en cuestión de minutos, con el rostro apretado y la boca firme. Al igual que su shizun, los discípulos de An Ding le echan un vistazo y palidecen, retirándose con el rabo entre las piernas.
Llega corriendo al despacho de Shang Qinghua y, justo antes de que pueda abrir la puerta, ésta se abre de golpe y deja ver a un agotado Shang Qinghua. Extrañamente, Shang Qinghua parece aliviado de verle.
"Liu Qingge", los hombros del Señor del Pico An Ding se desploman. "Gracias a Dios. Yo-"
Antes de que Shang Qinghua pueda continuar, oye un llanto en la habitación detrás de él. Se pone rígido.
"Shang Qinghua," gruñe. "¿Qué es eso?" Empuja al cobarde a un lado, y se le hiela la sangre al ver lo que ve.
Shen Qingqiu está desplomado sobre la mesa, con los ojos vidriosos y los dedos agarrando a duras penas una botella. Un furioso rubor recorre su rostro. El olor a licor es completamente abrumador. Shen Qingqiu está borracho.
Liu Qingge nunca había visto a Shen Qingqiu en ese estado. Shen Qingqiu no bebe, no se da tantos caprichos. Como mucho, acepta educadamente una o dos copitas de vino. Aun así, prefiere los tés y, de vez en cuando, los zumos de frutas de los puestos callejeros. Liu Qingge lo ha visto rechazar el alcohol una y otra vez, desde mortales bienintencionados hasta jefes de aldea con aspecto de serpientes.
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No Me Atrevo a Pedir un Beso
RomantizmShen Qingqiu abre su abanico y pasa su dedo a lo largo del abanico. Liu Qingge se atraganta con su té. _Siempre anhelo estar cerca de ti_ Seguramente, Shen Qingqiu está bromeando, porque no puede estar sugiriendo eso seriamente a Liu Qingge, el brut...