EPÍLOGO

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El soy alumbra cada rincón del bosque de los 100 años, no muy a lo lejos tres bellos corseles uno blanco con manchas negras, uno de pelaje canela con el crin y la cola de color y uno de pelajes maron con manchas blancas, corrían con sus jinetes libremente, pasaban por encima de troncos caídos, saltaban por rocas, los caballos relinchaban llenos de júbilo, los jóvenes jinetes reían divertidos por su competencia.

- Dense prisa que el último en llegar limpiara la casa de Alaska! - dijo el joven que hiba más adelante de los otros dos

- No es justo!... si tu te adelantaste! - acuso el que hiba en último

- Katsuo tiene razón!... apenas papá nos dio permiso de salir tu te adelantaste a los establos! - acuso la única mujer de los tres

- Hay vamos... papá dijo que para ganar no se debe ser paciente sino listo! - se defendió el joven sin notar una rama detrás de él que lo hizo caer del caballo - Hay... mierda! - para su mala suerte cayó sobre un charco de lodo escuchando las risas divertidas de sus hermanos

- Vaya... el karma si que da miedo - dijo la chica burlona viendo a su hermano en el suelo - No te tragaste una rana Takeshi?

- Jaja muy graciosa, Sayuri - dijo el joven sarcástico haciendo reir a los otros dos

En eso escucharon un galope de caballo acercandose a ellos el que estába en el piso preparo sus látigos negros para defender a sus hermanos, Sayuri activo su fuego y el último saco su espada, pero al ver de quien trataba dejaron de estar a la defensiva.

- Hasta que los encuentro! - dijo el recién llegado, un alfa puro de cabellos rubios eléctricos, ojos rojos y sonrisa puntiaguda llamado Hiro - Los eh estado buscando desde hace una hora... y... a ti que te pasó? - Sayuri y Katsuo rieron por la última pregunta del joven

- Por estar apostando se cayó del caballo - dijo la chica divertida haciendo reir al otro por lo bajo - Pero, porque nos estabas buscando Hiro?

- A... cierto... mi padre me mandó a buscarlos ya que sus majestades quiere hablar con ustedes... - respondió sin quitar su sonrisa

- Deacuerdo... es hora de volver - resolvió Katsuo pasamdole el caballo a su hermano para que se suba y cabalgar de vuelta al palacio - Debemos pasar por el taller de nuestro hermano Kota para que use su don para limpiarte el lodo

- Bien... andando - dijo el cenizo subiendo al caballo y yendo de vuelta al palacio

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Ya habían pasado dieciséis años desde que el peliverde tubo a sus primeros hijos, durante ese tiempo el imperio se volvió el más grande y prospero del continente, sin mencionar el más avanzado, las economía era la más alta a comparación de los demás imperios, las fuentes de trabajo eran altas y la pobreza se había reducido a un ocho por ciento.

Los habitantes del imperio vivían felices, los niños reían gratamente, los orfanatos mantenían su limpia y respetable imagen, incluso había familias que adoptaban a los niños, ya sea porque no puedan tener hijos propios o porque deseaban tener un pequeño infante para ver crecer nuevamente.

Los omegas empezaron a tener más libertad y cierta independencia de su familia, eran respetados y tratados como igual ante cualquiera, aun no podian expresarse del todo u ocupar un puesto importante, pero su forma de vida era mucho mejor que antes.

Los cuatro jóvenes al entrar a la capital pasaron por el restaurante Kaminari por unos pastelillos de maíz para el camino.

- Hola príncipes, es bueno verlos! - saludo Tokoyami que estaba cerca de la entrada, su cabello ya mostraba unas pocas canas por la edad pero seguia conservando las mismas energías - Hola joven Hiro!

A TRAVÉS DEL TIEMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora