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Recogió la hoja del piso mientras la examinaba con curiosidad, observo el contenido cuidadosamente y no tardó en descifrar que era código Morse.
Vio a los lados, no había rastro de las personas que anteriormente había visto.
Ingreso a su hogar, observando cómo el oji rubí hablaba felizmente mientras que su contrario solo lo admiraba y sus ojos brillaban.
Fue al comedor a comer con rapidez, no quería ver cómo sus acompañantes de coqueteaban entre ellos.
Se levantó de la mesa con la hoja en mano, subió al piso en donde su habitación se encontraba, no se metió a esta, se metió a su estudio y cerró la puerta con seguro para no ser interrumpido.
Hace muchos años no hubiera necesitado ayuda para descifrar el mensaje, pues solia saber el abecedario en código Morse a la perfección, sin embargo lo ha ido olvidando con el tiempo.
Lo único que entendía era.
“ D _ _ D E E_T A _ _ _ _ ” dedujo que decía "Donde está" Pero no tenía idea de que era lo que podía decir lo restante.
Fue a su estantería para así poder buscar un libro de códigos, al encontrarlo lo quito de su lugar.
Se llevó una sorpresa cuando vio flores azules y una pluma dorada en su estantería, vio aquellos objetos con cautela, hasta que las cicatrices en su espalda empezaron a arder como el infierno.
El dolor era tan intenso que perdió el equilibrio y cayó al piso de rodillas, imágenes llegaron a su mente.
Vio mucha sangre y lo que parecía ser un palacio, el escenario cambio abruptamente ahora volviéndose un baño.
Un baño de escuela, se vio en el espejo, la cara estaba distorsionada, bajo la mirada y vio flores ensangrentadas.
Salió del trance, sus cicatrices dejaron de doler, pero ahora se encontraba mareado y con náuseas, rápidamente corrió al baño del estudio.
Sentía como la comida que recientemente había consumido abandonaba su cuerpo haciendo que su garganta ardiera con fuerza.
Pudo ver pequeño pétalo, no quiso ver más y simplemente bajo la palanca fue a lavar su boca.
El dolor en su espalda volvió a hacer presencia, quitó el corset y su camisa, observo aterrorizado cómo sus cicatrices se habrían, la sangre empezó a salir y el dolor se intensificó.
— Oh, mierda — Para su mala suerte era el único baño de toda la casa en la que no había un botiquín, puso nuevamente su camisa y bajo corriendo al baño principal.
Llamo la atención de los dos chicos que seguían conversando en el comedor.
Cerró la puerta ocasionando un fuerte estruendo que resonó en toda la casa.
