Capítulo uno.

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Felix sabía que debía haberse quedado en el hotel. Podría estar disfrutando la descarga más reciente de su juego favorito de RV.

Quizás hasta estaría comiendo una pizza grande de pepperoni y tomándose un refresco. Incluso hubiera podido esconderse y ponerse su pijama suavecito, en lugar del típico uniforme de asesino.

Nada de eso iba a pasar, sin embargo, porque en ese momento su hermoso culo estaba aplanado contra el banco más frío y mojado por la nieve de toda la ciudad de Flint. Para empeorar las cosas, estaba a cinco pies de un contenedor de basura, y gracias a su agudizado sentido del olfato, podría detectar cada olor fétido que emanaba de esa cosa. Desde la hamburguesa podrida hasta la leche vencida.

Cuando era niño y su amo le dijo por primera vez a Felix, que lo iba a entrenar para convertirlo en qsesino, él había pensado que sería algo glamoroso y emocionante. Esperaba que fuera como en las películas y videojuegos. Felix siempre se había visto de adulto, saltando desde los techos de los edificios, planeando escaleras abajo o acercándose sigilosamente como una sombra por detrás de su objetivo.

Bueno, él hacía la última parte un montón. En cuanto a las otras dos, no mucho. Pasaba el tiempo principalmente, en bares de mala muerte esperando por una pista. 

También gastaba muchísimo dinero en comida chatarra mientras merodeaba por sucios escondrijos en misiones de vigilancia.

Si tenía suerte, quizás matara a una persona, tal vez dos, pero eso sólo pasaba en una semana ajetreada.

¿En dónde estaba la gracia? ¿La aventura? ¿La sangre derramada por todas partes? Suspiró. Así era la vida de un asesino.

Una gota de moco escurrió de su nariz. Felix estaba seguro de que lo hacía ver más peligroso todavía. Trató de expulsarla sin éxito.

No quería limpiarla con sus guantes, tampoco. Nada se notaba más sobre el negro que el moco. 

La última cosa que Felix necesitaba era que WooYoung se burlara de nuevo de él por tener los guantes como un niño de kínder, que todavía tenía que aprender a usar un pañuelo de papel.

Maldito WooYoung de todas maneras. Felix todavía no sabía por qué dejaban que el cambiaforma Tigre sabelotodo viviera con él. Claro que era un asesino, como todo el mundo en la Hermandad. Pero, ¿no había algún tipo de reglas? WooYoung ni siquiera se vestía como un asesino. Se ponía jeans y camisetas tan ajustadas que eran casi como una segunda piel en él.

Un clic sonó calle abajo sacando a Felix de sus miserables pensamientos. 

Incluso se atrevió a levantar la nariz para olfatear el aire. Lo que le llegó fue confuso. Era el olor de un cambiaformas, sí.

Sólo que Felix no sabía de qué tipo. Él nunca había olido esa raza antes. Era dulce, aunque con un ligero olor a tierra al mismo tiempo.

—Realmente no tengo ni tiempo ni paciencia para esta mierda —murmuró para sí mismo.

Quizás no supiera qué clase de cambiaforma había ahí, pero Felix sabía dos cosas. Primero, que el baboso estaba interfiriendo con la verdadera misión de Felix. 

Segundo, el hijo de puta había estado acechando su culo por más de una hora y Felix ya estaba cansado de jugar. 

En serio, ¿por qué el tipo simplemente no lo buscaba por Grindr y terminaba con esto?

A menos... que el cambiaforma de delicioso olor, estuviera tratando de matar a Felix mientras Felix estaba ocupado tratando de matar a alguien más. 

Felix sacudió la cabeza. Wow, ese era un trabalenguas que entender -hasta para él, el hombre que amaba los juegos, acertijos y todo ese tipo de mierda.

Felix tiene una golosina.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora