Capítulo 3

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Pasan los días, y no paras de pensar en Sila: en su cabellera rubia despeinada, en sus ojos azules que brillan como unos diamantes recién pulidos. Cada día qué pasa, te da más curiosidad en saber más sobre él. Conocer que proviene de una comunidad evangélica no te es suficiente.

Vas a la escuela, tus compañeros se siguen burlando de ti: te insultan, e incluso te empujan mientras caminas por los pasillos. No le das mucha importancia, debido a que tienes un objetivo en mente; saber más de Sila Santolalla.

Ingresas a tu primera clase la cual es de inglés. Arturo Peña está conversando con su grupo de amigos al fondo del salón cuando de pronto se dan cuenta de tu presencia. Tragas saliva, preparándote para que empiecen a molestarte. Arturo se levanta con su típica sonrisa burlona. Está yendo hacia a ti...Entonces Arturo desvía la mirada y abre los ojos como platos, retrocede mientras que se le contrae la mandíbula.

Volteas la cabeza y te encuentras con los ojos azules de Sila que miran con odio a Arturo.

Arturo regresa con su grupo de amigos, se nota como la presencia de Sila lo intimida. Dibujas una leve sonrisa con tus labios, te divierte ver por primera vez a Arturo acobardado por alguien. De pronto, intercambias miradas con Sila, le sonríes amistosamente, pero tu sonrisa se esfuma de inmediato cuando él te mira con seriedad y se va hacia su asiento.

Te preguntas que hiciste mal, o piensas que quizás tu sonrisa fue ridícula. De todas formas, sientes que has fracaso en tu primer intento en relacionarte con Sila. ¿Cómo se supone que logres ser su amigo si ni siquiera te mira?

Estás cada vez más confundido: a simple vista, no parece que le importes en nada a Sila Santolalla. Aunque sigues sin entender el motivo por el cual te defendió. Aumenta la opción de que solo lo hizo por pena.

...

En las últimas horas has estado observando a Sila, y no hay nada que hayas visto que no te sorprenda: siempre para solo, no habla con nadie al menos que no sea por obligación, cuando camina por los pasillos intenta evitar a los demás, e ignora por completo las miradas de las chicas cautivadas por su belleza. Es un ente, un fantasma entre los pasillos. Se parece en gran parte a ti: la diferencia es que él sí puede caminar como un fantasma sin ningún problema, en tu caso no hay forma de que camines más de cinco pasos por ese pasillo sin que escuches la palabra "Marica".

Sila, a pesar de ser algo delgado, se nota a simple vista su cuerpo fibroso. Con su mirada intimidante hace pensar dos veces a quien quiera meterse con él. A diferencia de ti, que por más que trates de parecer rudo, igual se meten contigo. No importa si te defiendes, ellos igual te van a molestar.

...

Es la hora del almuerzo, estás sentado solo en una de las mesas de la esquina del comedor. No estás comiendo mucho puesto a que el menú de hoy día no te gusta —el locro siempre te ha dado nauseas—. Levantas la mirada para ver si tienes suerte de localizar al muchacho misterioso.

Después de unos cuantos segundos lo llegas a visualizar. Al igual que tú, él está solo en una mesa, tampoco parece disfrutar de su comida ya que su plato está lleno, y él solo está mirando su celular.

Crees que este es el momento oportuno para acercarte a él. Te tiemblan las piernas con tan solo pensar en ir a hablar con él. Una gran parte de ti quiere hacerlo, pero la otra quiere irse corriendo del lugar y esconderse en el baño hasta que se acabe el colegio. Tu cabello se pega a la frente por el sudor que recorre tu piel.

Los que se OcultanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora