Capítulo 9

49 12 0
                                    

Durante el viaje han estado en silencio, no han hablado, lo cual te ha dado la sensación de que el recorrido ha sido más largo de lo que en verdad fue. Solo tuvieron algo de conversación cuando tuviste que guiar a Sila hacia tu casa.

Una vez que llegan, Sila se estaciona en la entrada. Abres la puerta, creyendo que Sila se iba a ir de inmediato una vez que salieras del auto. No obstante, te quedas asombrado al ver que Sila apaga el auto y sale contigo. No entiendes por qué, solo comprendes que Sila va a entrar a tu casa contigo.

Van hacia la puerta, todavía sin decir ni una palabra. Sacas de tu bolsillo izquierdo la llave y abres la puerta. Ingresan a tu vivienda, Sila cierra la puerta y te sigue por detrás. Vas hacia tu cuarto, todavía escuchando las pisadas de Sila. Llegas a tu habitación y te sientas en la cama. No te importa estar mugriento y con la ropa rasgada; anhelas echarte en tu cama.

Sila se queda en el umbral, mirándote con pena. Parece seguir molesto. Quizás está pensando en cómo hacerte entender que tienes que alejarte de él, pero te rehúsas a aceptar esa petición. Sila es lo único que te importa. Solo lo dejarías si es que a él no le interesaras en lo absoluto.

—¿Tienes botiquín? —te pregunta.

—En la cocina.

Sila se va por el pasillo y lo pierdes de vista. Quizás solo quería saber de qué estabas bien y que tenías suministros de emergencia, para así poder irse tranquilo. Pero a los pocos segundos, regresa con un botiquín y con un vaso de agua. Deja el vaso en tu velador. Del botiquín saca el alcohol y unas vendas.

A continuación, se arrodilla frente a ti, estira su dedo índice de donde una garra afilada se empieza a extender. Estira su garra hacia tu abdomen y rasga el algodón de tu camiseta. Luego, con sus manos extiende la camiseta hasta romperla. Continúa cortando la tela hasta dejarte con el torso desnudo.

Coge el alcohol y te lo pone encima de las heridas. Te arde y sueltas un gemido. Es como si te quemaran por dentro. Sila te coloca las vendas en cada herida que tienes, tanto en los brazos como en tu abdomen.

Que estés sentado con el torso desnudo mientras que Sila te cura hace que te provoque un bochorno por todo el cuerpo. Tu miembro se endurece y se extiende. Juntas las piernas con sutileza para que no se dé cuenta. Sientes una electricidad cada vez que los dedos calientes de Sila rosan con tu piel. Te muerdes el labio, deseando que aquel momento sea eterno.

Una vez que Sila termina, coge el vaso de agua y te lo entrega. Te lo tomas de un sorbo, no te habías dado cuenta de lo reseca que se encontraba tu garganta. Sila coge el vaso y lo pone en su sitio. Se te queda observando, arrodillado frente a ti. Te intimida un poco, pero también te gusta.

—Jeremy, sé por todo lo que estás pasando. Eres un buen chico, y te prometo que esto es solo momentáneo. Pronto vas a salir de esta, vas a tener amigos. Luego vas a ir a la universidad, conseguirás a un chico que te quiera, lo...

—Sabes de que no es cierto —le interrumpes.

—Sí lo es.

—A nadie le importo Sila, nadie me quiere y nadie lo va a hacer. Porque soy raro, soy extraño, y le causo repulsión a las personas.

—No es verdad. Si fuera así, no me agradarías tampoco.

—Tú no eres una persona.

Sila agacha la cabeza y se encoge de hombros, el momento se ha vuelto más tenso entre ustedes. Crees que Sila es el único ser vivo que te quiere porque no es humano, porque un humano normal te aborrece, te detesta. Sila es un reptiliano, allí está la diferencia.

—Jeremy, no son así las cosas.

—Eres el único a quien le importo. El único Sila. Por favor, no me dejes solo otra vez, no quiero estar solo.

—Jeremy...

—Por favor —le dices y le tocas el rostro, su piel es suave y caliente.

Los ojos de Sila se inyectan de sangre y le salen lagrimas otra vez.

—Jeremy...

—Por favor —le dices.

De pronto, Sila se levanta, va hacia tu rostro y sus labios con los tuyos se juntan, y es una sensación que nunca antes habías sentido. Tu corazón está más acelerado, tu cuerpo tiembla, te invade un fuerte cosquilleo en el estómago. Es una mezcla de emociones que están inundando tu mente.

Sila se coloca encima tuyo, te coge el pecho y te empuja hacia la cama. El reptiliano empieza a besarte, desde tu cuello hasta tu pecho. Tú le agarras de la camiseta y se la sacas por la cabeza. Acaricias sus abdominales tan duros y marcado, y deslizas tus manos hasta su fuerte pecho.

Sila acerca su rostro hacia el tuyo y te besa la mejilla derecha. Tú rodeas tus brazos alrededor de su torso y lo besas en la boca.

Comprendes que no quieres alejarte nunca de él, lo necesitas, lo anhelas. Sila Santolalla es lo único que tiene sentido en tu vida.

...

Abres los ojos, estás confundido porque no sabes en qué momento te quedaste dormido, sin embargo, recuerdas que tuviste un momento espectacular con Sila. Ha sido tu primera vez, y estás más que feliz que haya sido con Sila, con el único ser que le importas.

Estiras los brazos en busca de su piel caliente, pero no encuentras nada más que las sábanas de tu cama. Te sientas. Te encuentras totalmente desnudo por lo que te cubres con el edredón por precaución si es que tus padres entran a tu cuarto.

Buscas a Sila con la mirada; no está en tu habitación. Tienes la esperanza de que esté en alguna parte de tu casa. Pero la poca fe que tenías se desvanece cuando ves que en tu velador hay una hoja de cuaderno con algo escrito:

"Lo lamento, pero no puedo"

Te echas en tu cama. La sonrisa que tenías desparece. Como siempre sucede, tus pocos momentos de felicidad duran poco tiempo. 

Los que se OcultanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora