Capítulo 6

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Estás echado en la cama, ya bañado gracias a la ayuda de Sila, quien está sentado en la esquina de la cama mirando la pantalla de su celular. Hay un silencio incomodo que invade el lugar, no se han hablado desde que estuvieron en el baño. Tienes muchas preguntas: no terminas de procesar lo que acaba de ocurrir; ¿Cómo es que de un momento a otro pasaste de ser golpeado por tus compañeros a ser bañado por el chico más guapo de la escuela?

Se supone que deberías estar asustado, temblando del terror al ver que el joven caníbal que acaba de asesinar a dos de tus compañeros está frente a ti. Sin embargo, no sientes temor al estar cerca de Sila, más bien, te sientes seguro, protegido. Es tan extraño...

Sila voltea a verte e intercambian miradas. Te dibuja una sonrisa con sus labios rosados. Se le ve tan lindo, tan guapo, tan bueno. No tienes idea de qué clase de ser es Sila, de repente puede ser el mismo diablo; no obstante, te importa un cuerno. Ese caníbal es el único que ha mostrado interés en ti, que te ha defendido. No te importa de que haya asesinado a dos escorias.

No sientes pena por ellos, nada, incluso piensas que se lo merecen. Sin embargo, consideras que igual tienes que saber quién es Sila Santolalla, o, mejor dicho, qué es Sila Santolalla.

—Gracias por todo Sila —le dices.

Sila apaga su celular y se acerca a ti.

—No me agradezcas, he matado a dos personas.

—Arturo y Matías eran cualquier cosa menos personas.

—Aun así, los asesiné. Soy un asesino Jeremy, es por eso que no quería que te acercaras a mí —te dice, agachando un poco la cabeza.

Te quedas pensando. Te rascas la nuca y te acomodas en la cama.

—Pero tú no quieres alejarte de mí.

Sila alza la mirada, sus ojos están algo rojos.

—No quiero, pero debo.

—No debes.

—Claro que sí Jeremy, soy peligroso, toda mi especie es peligrosa, mi familia también lo es. Quiero ayudarte, quiero defenderte, no soporto todo el bullying que sufres, quiero ser tu amigo...Pero no puedo, no quiero arriesgar tu vida.

Te quedas viéndolo, lagrimas salen de sus ojos azules que parecen cristales recién pulidos. Se te forma un nudo en la garganta al verlo, también quieres soltar lágrimas. Te aguantas, tragas saliva, respiras hondo y te preparas para la pregunta que tanto querías hacer:

—¿Qué eres Sila?

Sila se arrodilla a tu nivel, se rasca el brazo y tensa los músculos de su boca. Estás ansioso por escuchar su respuesta, aunque una parte de ti te aterra en saber la verdad de Sila. Tu corazón late a más velocidad.

—No tenemos un nombre, pero los humanos nos han puesto uno. En la historia, en sus libros; ustedes nos llaman reptilianos.

¿Reptilianos? Solo habías oído ese nombre cuando se puso de moda hablar de teorías conspirativas, una de las más famosas es que los que gobernaban el mundo eran reptilianos. Hombres que aparentan ser normales, pero que por dentro son como unos reptiles en forma humanoides, y que se esconden en pieles humanas. Aquello te había parecido absurdo... y ahora estás frente a uno. No lo dudas ni un segundo, después de haber visto el asesinato de Matías y Arturo, es de hecho que Sila no es un humano.

—Reptiliano —repites—. Entonces, eres un lagarto.

Sila suelta un bufido de burla.

—No soy un lagarto, tengo características de reptil, pero no soy un animal. Solo nos diferencia nuestras cualidades.

—¿Te refieres a tus ojos amarillos? —le dices como si se tratara de una conversación casual, hablando de los temas más típicos.

—Sí. También de que me salen garras y colmillos, que mi piel se vuelve escamosa y que soy el triple de fuerte que un humano promedio. Somos muy diferentes.

—Tampoco es que lo seamos tanto.

—Sí lo somos Jeremy —dice él esta vez en un tono más serio—. Somos muy diferentes y peligrosos debido a nuestra alimentación.

Sabes a lo que se refiere.

—Comes humanos —dices.

—Lo peor, es que es nuestra única dieta Jeremy, no comemos otra cosa que no sea carne humana. Si has estado atento a las noticas, te habrás dado cuenta de la cantidad de jóvenes que han desaparecido, créeme que no es pura casualidad; ha sido por nuestra culpa. Mi familia, mi comunidad, han sido los que hemos secuestrado a esos jóvenes para comérnoslos. La carne de los adolescentes es la más exquisita, la que más no satisface. Sin embargo, tu carne Jeremy, es la más distinguida, la que vuelve loco a un reptiliano, la más sabrosa. Es un milagro de que me esté controlando y no te coma.

Estás perplejo ante esa información, sientes el sudor deslizándose por tu piel.

—¿Como sabes que mi carne es la más sabrosa? —preguntas.

—Por tu olor Jeremy. Desde la primera vez que estuvimos cerca, tu olor se hizo como una obsesión para mí, nunca antes había olido una carne tan espectacular. Quiero comerte Jeremy, y no quiero ni imaginar lo que haría mi familia si también descubre esto. Tienes que mantenerte alejado de mí, de todos nosotros. Mi familia se disfraza de evangélicos para aparentar ser una comunidad tranquila, pero la realidad es que son de lo peor, no tiene piedad con nadie. No les importa qué edad tengas; te comerán si tienen la oportunidad.

Todo te parece una locura, aquellas imágenes de ese grupo de personas vestidas de blanco y sonriendo en realidad se trataban de unos seres caníbales, los autores de los recientes secuestros.

—No quiero alejarme de ti, eres mi único amigo —le dices.

—Lo lamento Jeremy. Si la situación fuera diferente podríamos ser amigos, me agradas, me encanta tu sencillez, tu humildad, eres todo lo que me encanta de alguien...Es por eso que no quiero poner tu vida en riesgo estando cerca de ti. Imploro que puedas encajar en un grupo, encontrar a alguien que te valore, que te aprecie.

—Nunca va a pasar eso Sila, a nadie le importo. Todos se dedican a hacerme daño. La única persona que me ha mostrado compasión eres tú, por favor, no me dejes solo —. Suplicas sollozando.

—Nadie está solo Jeremy, siempre va a haber alguien...

—¡Y ese alguien eres tú! —exclamas soltando un grito sollozo.

—Vas a encontrar amigos, te lo prometo, pero no puedo ser yo.

—Sila.

—Lo que sí te puedo prometer es que no voy a dejar que nadie más te haga daño, tendrán que pasar por mí si es que quieren hacerlo. He estado lejos estos días puesto a que tu olor se volvía una tentación y tenía miedo de que me descontrolara. Pero ya he podido tranquilizarme, voy a protegerte de ellos...Aunque no puedo protegerte de mí mismo, no sé si mi naturaleza me va a permitir controlarme todo el tiempo, y no quiero arriesgarme a que mi familia sepa de ti. Eres una presa Jeremy, tienes que estar alejado.

—Sila, por favor —le dices y le agarras del brazo—. No quiero estar solo.

Sila tiene los ojos inyectados de sangre, te mira con esos ojos vidriosos, está encogido de hombros y con la mandíbula más tensa. Sila se pone de pie, aparta su brazo y se va hacia la puerta del cuarto.

—La habitación ya está pagada, puedes irte cuando quieras.

—Sila...—dices a las justas, pero de inmediato el reptiliano sale por la puerta y te deja solo, otra vez, como siempre.

Te recuestas sobre la cama y te quedas mirando el techo. No puedes sacar a Sila de tu cabeza. No entiendes porque la vida tiene que ser tan injusta contigo.

—No quiero estar solo, no más —dices y cierras los ojos.

Los que se OcultanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora