Capítulo 2

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Cuando regresas a tu casa, anhelas conversar con tus padres ya que los extrañas. Sandra y Diego no es que no les importes, ambos te quieren, eres su único hijo; el problema es que tienen como prioridad el trabajo en vez de la familia.

De cierta manera los puedes entender: gracias al esfuerzo de ambos en su agencia de bienes raíces, es que vives en un nivel económico alto. No obstante, estarías dispuesto a pasar a una clase social menor solo con el fin de estar más tiempos con ellos: de que puedan conversar, ver películas en las noches, salir a comer de vez en cuando. La última vez que salieron juntos fue hace dos meses, fueron a cenar a tu restaurante favorito, pero la cena se interrumpió de inmediato cuando tus padres recibieron una llamada de un cliente que ya no quería vender su casa un día antes de firmar el contrato de venta. Por lo que tuvieron que dejarte en casa mientras que ellos se iban a arreglar sus problemas.

Los extrañas. Quieres decirles que has estado sufriendo en estos últimos meses, pero también no pretendes estresarlos más con tus problemas. Ya tienen demasiada carga por el trabajo, por lo que decirles que sufres de bullying solo los estresaría más. Así que optas por callar, aún sabiendo que no es lo correcto.

Entras a tu hogar y te das cuenta de que no hay nadie a excepción de Carmen, la empleada del hogar. Carmen te saluda, te atiende cogiendo tu mochila y sirviéndote el almuerzo. Estás solo en la mesa del comedor, y piensas en lo raro que es tener una mesa tan grande para que solo haya una persona comiendo.

Cuando terminas te vas a tu cuarto, pones seguro a la puerta, te quitas el uniforme del colegio y te pones un pantalón de buso y una camiseta blanca. Te tiras sobre tu cama, coges tu laptop que está encima del velador, la abres y te pones a buscar a la persona que no para de dar vueltas en tu cabeza, a ese chico rubio de ojos azules que te salvó hace unas horas, aquel chico tan atractivo que te acelera el corazón.

Lo primero que haces es entrar a Instagram y buscas el nombre de Sila Santolalla, desgraciadamente, todos los usuarios que te aparecen no coinciden con tu salvador. Entonces entras a Facebook, donde crees que es más difícil que lo encuentres, pero nada pierdes intentándolo.

Antes de buscar su nombre en Facebook, te quedas enganchado con las publicaciones que están compartiendo la poca gente que tienes agregada. Al parecer, otra joven acaba de desaparecer, una chica llamada Mariana, de tan solo diecisiete años. Con esta chica, ya son veinte jóvenes que han desaparecido en los últimos dos meses. Lees los comentarios de la publicación, la mayoría cree que se trata de un asesino serial, otros dicen que son adolescentes rebeldes que se han escapado de sus hogares. Pero tu Jeremy, lo que crees es que efectivamente, puede ser que se trate de un enfermo obsesionado con los jóvenes en general, puesto a que las victimas secuestradas siempre han sido adolescentes, tanto chicos y chicas.

De inmediato deslizas la página hacia abajo, ya no quieres seguir viendo eso. Suficiente estrés con el bullying que sufres.

Vas al buscador y escribes su nombre. Pasa lo mismo que en Instagram, ninguno de los resultados coincide con el Sila que tú conoces. Estás a punto de darte por vencido... Entonces te acuerdas de un dato importante que sabes de él; Sila pertenece a una comunidad evangélica, que llegó a Lima hace poco y habita en Cieneguilla, un lugar que está a unos veinte minutos de Lima.

Buscas una comunidad evangelista en Cieneguilla. Te aparece una. Al darle click, te aparece una página en donde te muestran el lugar: hay una iglesia blanca minimalista, gente vestida elegantemente de blanco sonriendo entre ellos. Lo que más te extraña es que todos los que aparecen en esa imagen son blancos. Sabías que tanto Sila y su familia venían del extranjero, pero no que toda su comunidad evangélica también lo era, pues no vez ni siquiera a alguien mestizo entre las personas de las imágenes.

Te preguntas de donde serán. ¿Estados Unidos? ¿Canadá? ¿Alemania? No puedes saberlo puesto a que la pagina no da mucha información. Al principio dudas si es la misma comunidad la cual pertenece Sila, quizás sea otra y ya te estás apresurando.

De pronto, una de las pocas fotos te llama la atención. Es una en la que hay varios jóvenes al igual que él, vestidos con camisas blancas y pantalones marrones. Entre los jóvenes, te quedas viendo a uno de ellos. Al principio no lo reconoces puesto a que está peinado, pero de inmediato identificas esa mirada intimidante. Allí está Sila Santolalla.

Estás confundido, es obvio que Sila no tiene simpatía por nadie, ya que tampoco tiene amigos en la escuela. Él nunca te ha dado una señal de que quiera ser tu amigo, o de que le importes. ¿Entonces por qué te ayudó hoy día? ¿Por qué se arriesgó en ser golpeado por un grupo de chicos o de que sea suspendido por romper una puerta solo por ayudarte? Y lo peor, es cuando trataste de agradecerle actuó de una forma extraña, se dio media vuelta y se fue.

Lo primero que piensas es que solo te haya ayudado por pena. Aun así, tienes esa necesidad de agradecerle por haberte ayudado, por ser el único en haber mostrado interés en ayudarte. Tratas de quitártelo de la cabeza, de pensar que solamente se dio cuenta de que alguien estaba siendo lastimado y lo defendió porque es lo correcto. Lo ideal es que lo dejes pasar y sigas viviendo tu miserable vida sin amigos, siendo molestado por todos los que te rodean.

En el fondo, sabes que a ese chico no le importas, él no es tu amigo y nunca lo será. Lo sabes bien...Pero aun así, no puedes quitártelo de la cabeza. Quieres al menos intentar acercarte a él, tener la oportunidad de poder conversar con él.

Piensas que Sila pueda ser tu única escapatoria de la soledad en la que estás sufriendo. Lo único que deseas es volver a tener un amigo. No pides tener un montón de amigos; con tan solo uno es suficiente. Matías te traicionó, hizo que se burlaran de ti, y a pesar de ser testigo del daño que te ocasionó, Matías siguió como si nada, sin defenderte, como si nunca hubieras existido para él.

Solo quieres salir de esta soledad que te consume de a pocos. Solo quieres a alguien, y de una manera u otra, sientes que Sila puede ser ese alguien, a pesar de que su forma de ser demuestre lo contrario.

Dejas tu laptop a un lado, te recuestas sobre tu cama abrazando tu almohada azul que la tienes desde pequeño. Tienes diecisiete, pero tu corazón es como el de todavía un niño sensible. Aprietas fuerte tu almohada contra tu pecho y cierras los ojos, imaginándote que estás en otro mundo, en un lugar en donde todo es felicidad, en donde tus padres están contigo, en donde Matías y tú siguen siendo amigos, en donde nadie consigue hacerte daño.

Los que se OcultanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora