Nota (07/01/2024): Debido a ciertos comentarios tengo que poner esta advertencia para los nuevos lectores (y pido disculpas a los que se aventaron el fic sin una advertencia ENORME, aunque en los tags ya está dicho, pero es mi culpa pues sé que ya nadie suele leer los tags) en fin, no sé cómo encontraron esta historia, si les apareció, vienen de algún otro fic mío o simplemente lo encontraron en alguna lista de lectura, no importa, sin embargo he de decirles que si vienen buscando algo soft, lindo o con un FINAL FELIZ NO lo van a encontrar aquí, sigan buscando y por su bien físico y mental váyanse, no busquen algo que saben no quieren ni necesitan.
***
Óxido puro. Tal vez algo picante, era un aroma fuerte, embriagante. Podía ahogarse en él. Pero, al mismo tiempo, deseaba correr. Sus temblorosas piernas no servirían para nada si realmente deseaba huir.
La situación escaló, como siempre ocurría en éstos casos, primero inició con sensaciones, con paranoia de creer ser vistos por alguien más, después le siguió el poderoso aroma a Bestia y culminó con ése mismo aroma impregnado en su piel allá a donde iba.
Las Bestias son conocidas por estar mucho más conectados a sus raíces bárbaras que el humano, mientras que las Bestias siempre estarían mutadas con pequeñas características ligeramente distintas, como la palma y planta de los pies acolchonada, las mandíbulas más proyectadas hacía el frente para los enormes colmillos, entre otros más, los humanos en cambio serían pequeños, flacuchos y nada dominantes en comparación.
Algo curioso es que no existían Bestias femeninas, hasta que llegó la poderosa Momo Yaoyorozu con sus genes Bestiales, un tamaño descomunal en cualquier aspecto y la fuerte decisión de que aquel dicho sobre “solo hombres” quedara en ridículo. Así pues, poco a poco iban saliendo Bestias femeninas que estuvieron ocultas por mucho tiempo, temiendo ser tomadas para experimentar.
Sin embargo, y esto no tenía nada que ver con Izuku, los machos se sintieron... Asediados, pues no les agradaba la idea de compartir a sus humanos con potenciales rivales, ya que mayormente un humano promedio preferirá emparejarse con una hembra, ya que son más suaves, empáticas y bonitas.
Así pues se vió embargado en la constante vigilia de saber y pensar siempre, a cada hora, que alguien le veía. Y el maldito olor: El óxido en el aire era apabullante, llenando los rincones de izquierda a derecha en el pequeño cuartucho de la esquina, allí bajo el estante de DVDs con películas viejitas de Disney.
Midoriya realmente deseaba equivocarse, pero sabía que no era así. El putrefacto y dulce olor venía de él, nadie se había metido a su casa, no estaba en peligro, él era el peligro.
Las personas comenzaron a señalarlo por las calles, de camino a la escuela, en el salón de clases,«¿Qué niño tan promiscuo olería de manera tan vulgar, sin ser tomado por una Bestia? Era obvio que ya estaba bajo una. ¿Lo malo? Seguía paseándose por ahí con el cuello desnudo.»
Opiniones iban y venían, e Izuku no podía sino tragarse su miedo mientras imaginaba que todo era un sueño, que no estaba marcado por una Bestia a la que ni siquiera le pudo ver el rostro, que todo estaba bien, que él estaba bien.
Su madre, preocupaba, pero con la pequeña condición de haber nacido sin capacidad de olfato, sólo podía ver cómo su hijo poco a poco se marchitaba, su brillo tenue desaparecía y sus locos rizos ya no tenían volumen: pequeñas cosas que sólo ella podía notar, su niño no estaba bien. Pero entre el trabajo y las deudas, no podía sino abrazar a su niño y llevarlo a terapia.
Misma terapia que Izuku negaba y renegaba siempre, pues él no estaba loco, el olor estaba ahí, tenía miedo de salir incluso al mandado, tenía miedo de abrir su ropero y encontrar las cosas de forma distinta a como él las dejó. Tenía tanto miedo de no volver a su tranquila vida sin ser notado, sólo sobreviviendo.
Y entonces sucedió: ahora no sólo apestaba a Bestia, con sus fluidos corporales y el incesante aroma a sangre, sino que también su ropa iba desapareciendo de a poco, empezó con sus calzones, primero, tratando de controlar su paranoia, se convencía de que había olvidado dónde los había dejado, pero con el pasar de los días se dió cuenta de que no era así, y que su ropa, de entre sus cajones, poco a poco, iba desapareciendo.
Últimamente ya no dormía, pues pasaba la noche en vela con terror puro de saber que podía esconderse ahí, bajo su cama, entre su ropa, en su baño; ¡Que podía entrar a su casa como quisiera! Ya no era un lugar seguro.
Nada servía, ni tomar un taxi en lugar del tren, ni cambiar su cerradura (su madre no preguntó), nada.
Entonces así era su vida ahora, con él apestando a Bestia, y la misma Bestia tocándole los cojones desde las sombras, quitándole su estabilidad emocional de a poco y quebrando su mente en el proceso.
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humano || katsudeku
FanfictionEn un mundo donde más del 80% de las personas tienen ascendencia bestial, Izuku solo puede desear tener una vida tranquila. Después de todo, él no es más que un simple humano con la esperanza de cumplir su mayoría de edad sin ser secuestrado para sa...