VI.

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Nota (07/01/2024): Debido a ciertos comentarios tengo que poner esta advertencia para los nuevos lectores (y pido disculpas a los que se aventaron el fic sin una advertencia ENORME, aunque en los tags ya está dicho, pero es mi culpa pues sé que ya nadie suele leer los tags) en fin, no sé cómo encontraron esta historia, si les apareció, vienen de algún otro fic mío o simplemente lo encontraron en alguna lista de lectura, no importa, sin embargo he de decirles que si vienen buscando algo soft, lindo o con un FINAL FELIZ NO lo van a encontrar aquí, sigan buscando y por su bien físico y mental váyanse, no busquen algo que saben no quieren ni necesitan.

***

Katsuki sabía perfectamente que su humano no quería nada con él, pero eso no significaba que lo iba a soltar, no, no lo iba a obligar, por ahora. Pero tampoco iba a dejar de vigilar esas nalgas pecosas.

Izuku sí se ofendió, y bien podría empezar con su discurso de aliade bestia pero mejor se callaba, no quería tentar su suerte.

Creo que ya no iré a la Prepa.” Fue un comentario, ya no sabía qué más decir, su cerebro estaba en blanco. Tantas preguntas que tenía y ahora no tenía idea de qué decir.

“No, ya no vas a ir.”

“¡¿Eh?!”

“¿Para qué la vas a necesitar, si serás chef?” Izuku por un momento se ilusionó pensando que lo iba a secuestrar. El olor a sangre era demasiado potente de nuevo, sentía que lo tenía en la garganta.

De hecho... Cuando era un mocoso...” Su voz sonaba arrastrada, las palabras se le enredaban en la lengua. La sentía pesada, sólo le sabía a sangre y a asqueroso semen.

“¿Más?”

“Sí.” Lo miró mal. “Quería estudiar leyes, pero como sabe Señor Bestia-san, eso es imposible siendo humano.” lo recordó, él quería hacer justicia. Tal vez pueda, allá con su Señor Bestia-san.

“En realidad. ”  Para la Bestia era adorable cómo le había estado llamado el pecoso. Quería hacerlo repetir aquello hasta que sus cuerdas vocales se cansaran y ya no pudieran decir nada más.

Tal vez sea chef, si me lo permite.” Adiós discursos y moral pro-human, el olor era demasiado bueno como para ignorarlo.

Claro nalgón, ya quiero probar esos bizcochos.”  El pecoso era la representación gráfica de una fresa. Su cabeza se tambaleó, como si de pronto volviera a tener anemia. Se sentía muy liviano y con mucho sueño. Quería dormir. Probablemente era la falta de cafeína, pues la misma estaba en su piel quemada.

¿Me iré con usted, Señor Bestia Bakugou-san?” 

“Sí.” ¿Debería asustarse? Su mente estaba echa algodón, como si acabara de tener un orgasmo. Probablemente sea por el maldito aroma a Bestia que lo dejó sumiso, dócil y risueño.

“¿Y mi mami?” Sabía que debía preocuparse, pero no conseguía la fuerza necesaria para hacerlo. Quería un abrazo, y no se le ocurrió nada mejor que alzar sus brazos hacia el Señor Bestia en el asiento del piloto, con ansias de que lo consuele. Katsuki retrajo hacia atrás el asiento, tomando entre sus amplias manos y suaves almohadillas los antebrazos del pecoso.

“También me la llevaré, si eso quieres.” Izuku se lo pensó. Sabía que tenía que preguntar más, ¿A dónde iba?, ¿Qué le iba a hacer?, ¿Cuáles son las condiciones?, ¿Qué vida le espera? Pero no podía pensar en nada más que óxido dulce, sangre y sudor.

Sin contestar se acurrucó ocultando el rostro en el cuello grueso y apestoso del macho. Sintió una cadena de algún metal, probablemente precioso y carísimo. Su mano se frotó con suavidad en ése pecho peludo, pues se había quitado la chaqueta hace rato y se quedó en una camiseta formal con los primeros botones desabrochados. Sí, en efecto Izuku andaba de mañoso, pero sólo pudo pensar en la dulce sangre y en el salado sudor.

Pronto se durmió, así nomás.

humano || katsudekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora