Realmente no sabías qué hacer con esos sentimientos que sentías cada vez que estabas cerca de Obito, o mejor dicho, de Tobi, ya que así era él para ti. Obito siempre pensó que lo mejor era que sólo lo conocieras como Tobi y nada más. Detrás de su máscara naranja y su alegre fachada estaba Obito, más que vengativo, con las manos manchadas de sangre de aquellos shinobi que había matado mucho antes.
Por eso, cuando le pediste que se quitara la máscara, se puso a la defensiva, es decir, en una especie de nerviosismo si tuviera que hacer de Tobi para ti.
"¡Oh vamos, Tobi-kun! Sólo un vistazo, no se lo diré a los demás". Musitaste, saltando alrededor de su figura andante mientras él se esforzaba por pasar a tu lado. Entonces se dio cuenta de que se alegraba de que fueras más pequeño que él. Normalmente, en su cabeza, Obito se quejaba de cómo habías podido entrar en Akatsuki a pesar de tu pequeña estatura. Por supuesto, la estatura no te detuvo a ti ni a tu objetivo principal... que por el momento era convencer a Tobi de que te mostrara su rostro.
"¡Que-(T/N), detente! Es mejor así, parezco más genial". Dice Obito, apartándote con las manos como si fueras una mosca.
"Sólo quiero verte sonreír..." resoplaste.
Dejó de caminar un momento. Allí estaba usted, su figura bajita frente a él, las mejillas sonrojadas y los brazos cruzados. Se preguntó cómo una persona como tú podía comportarse como un niño. Pero tal vez eras tú siendo tú.
Sin que lo supieras, tus palabras tuvieron un efecto en Obito y él realmente no quería admitirlo, se estaba negando a sí mismo lo que sentía. Y así, se lo quitó de encima.
"Quizá la próxima vez", dice y sigue caminando por el sendero del bosque en el que estaban.
"¿Qué? ¿Y cuándo será la próxima vez?" Le preguntaste, corriendo hacia él.
Obito nunca te contestó, porque de todos modos nunca supo la respuesta. Y tú lo aceptaste, así que no le presionaste con lo de su máscara ni con lo de querer volver a ver su sonrisa. En vez de eso, miraste al suelo que pisabas, aún sonrojada por lo que te había hecho sentir, y soltaste un suspiro.
Tú nunca lo supiste y Obito nunca planeó hacértelo saber, ni de hecho a nadie más. Sería su propio secreto que guardaría para sí, y dejaría que le molestara el mayor tiempo posible. Él sabía que los sentimientos que venían con este grito serían agridulces.
Pero bajo la máscara de Tobi, al darse cuenta de que tu expresión un tanto tímida era obra suya, hubo un ligero tirón en el extremo de sus labios.
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